Cuando Livinio Stuyckt tuvo la brillante idea de instaurar en Madrid la Feria de San Isidro en el año de 1947, coincidió con una de las rupturas de las relaciones taurinas entre México y España.
Fue la generación de "Los Tres Mosqueteros", Jesús Córdoba, Rafael Rodríguez y Manuel Capetillo, la que comenzó a acudir a la famosa Feria de San Isidro, que se celebra en el mes de mayo en la Monumental de Las Ventas de Madrid.
A principios de los años 50s era una época en la que los toros mexicanos tenían un trapío y un peso semejantes a los que se jugaban en el coso venteño. El primer matador de toros mexicano en triunfar (una oreja) en San Isidro fue el hidrocálido Rafael Rodríguez. La fecha, mayo de 1951, día en que confirmó su alternativa de manos de Pepe Luis Vázquez al toro de la ceremonia de la ganadería de Felipe Bartolomé, causando un gran impacto con su toreo de garra.
En los años 1963 y 1964 cuatro novilleros aztecas tuvieron el privilegio de ser programados en la afamada Feria: Fernando de la Peña, Óscar Realme, Gabino Aguilar y Antonio Sánchez "Porteño".
Debemos hacer mención que el requisito para abrir la "Puerta Grande" es cortar un mínimo de dos orejas en el festejo. Esta hazaña la logró el novillero de Acapulco, Antonio Sánchez "Porteño", el 31 de mayo de 1964, lo que le valió salir en hombros de Las Ventas.
El taurino español Rafael Torres, cuyo padre había sido representante del "Soldado" en su papel de apoderado, le consiguió a "Porteño" tres contratos en España. Su presentación fue en Guadalajara, en donde fracasó estrepitosamente, lo cual desilusionó bastante al apoderado y a la cuadrilla. Sin embargo a los pocos días triunfó en San Sebastián, en el desaparecido coso del "Chofre" y devolvió el ánimo a su gente a sólo tres días de partir plaza en Madrid.
Los escritos de esa época mencionan que "Porteño" no se caracterizó por ser un torero valiente, sino todo lo contrario, incluso estuvo un tiempo retirado de los ruedos por padecer una enfermedad psicosomática provocada por el miedo que se traducía en intensos dolores en el hígado que le hacía doblarse delante de la cara de los novillos, este retiro de los ruedos duró un año, hasta que su amigo, el entonces también novillero Víctor Huerta, lo convenció en regresar.
Según platicaba el propio "Porteño", el 31 de mayo de 1964 amaneció lloviendo en la capital española, y cuando iba camino a la Plaza, con el primer vestido "salido de la aguja" que usaba, su apoderado le comentó que no se preocupara porque el festejo iba a suspenderse. De esta manera no tuvo tiempo de sentir miedo.
En los minutos previos al paseíllo, el cielo se abrió y se dio la novillada en la que la suerte le deparó un excelente novillo de la ganadería de Albayda, al cual le cortó dos orejas y logró salir en hombros por la "Puerta Grande" de la Monumental de Las Ventas. Inexplicablemente este triunfo sólo le dio cuatro contratos posteriores en el coso venteño y algunos más en plazas de segunda categoría. Al regresar a su patria, en enero de 1965, tomó la alternativa en su natal Acapulco de manos de Victoriano Valencia con toros de Tequisquiapan. Toreó algunas corridas más y al poco tiempo se retiró. Al parecer, actualmente radica en Apizaco, Tlaxcala, y es propietario del "Café París", donde se reúnen los matadores, novilleros y torerillos del rumbo a platicar de toros...
