Tratar de resumir lo que fue la vida taurina de Fermín Espinoza en unas cuantas cuartillas es prácticamente imposible, pues para ello se necesitaría no uno sino varios libros. Por ello en las siguientes líneas aportaremos los siguientes datos que mencionan los cronistas taurinos de aquellos tiempos:
Torero completo y poderoso. Torero de pies a cabeza, reunía: intuición, valor, arte, sapiencia, constancia. Dejó suertes de su creación en los tres tercios de la lidia.
Se menciona que desde que Fermín abría el capotillo de brega para enfrentarse al astado, se sabía que estábamos ante un torero completo que, además, tuvo la fortuna de contar con el auxilio de dos extraordinarios colaboradores: sus hermanos Juan y Zenaido Espinoza, que más que peones fueron una mancuerna que completaba espléndidamente la labor de "Armillita".
Con los palitroques, el "Maestro de Saltillo" fue un banderillero excepcional, sólo comparado en ese tiempo con su hermano Juan, y ese portento de rehiletero que fue David Liceaga. Su dominio del segundo tercio fue indiscutible.
Muleta prodigiosa. Con la zarga, Fermín fue un mandón. Lo que para otros toreros eran simples pases de tanteo, para "Armillita" eran la base en que se fincaban sus grandiosas faenas, pues le servían para corregirle los defectos al toro, o para restarle excesivo poder.
También en el último tercio hubo aportación de Fermín a la fiesta brava: el molinete de rodillas, o de pie, se menciona que fue creación suya.
Nunca desdeñó otros adornos como el suave abaniqueo por la cara, los lasernistas, las manoletinas, y hasta los desplantes, aunque a esos recurrió muy pocas veces.
Estoqueador Certero. Se menciona que Fermín no fue un estoqueador clásico, pero sí es considerado como el más certero de la historia, mató a más de 2,000 astados... sin que se le fuera uno solo vivo a los corrales.
Sus estocadas al volapié no fueron abundantes; pero tampoco fueron escasas; sin embargo "Armillita" tuvo una habilidad extraordinaria para matar a sus enemigos mediante estocadas o medias estocadas, que sin ser lo que se llama clásicas, tampoco estaban reñidas con las normas del buen toreo; le servían, además, para asegurar el corte de apéndices a que sus faenas previas lo habían hecho acreedor.
Casi nunca practicó Fermín la suerte de matar recibiendo, no porque no pudiera hacerla, sino porque sencillamente no le gustaba... o porque consideraba que no le era favorable la diosa Fortuna al intentarlo. Y ciertamente tenía derecho a experimentar esa especie de superstición.
Fermín Espinoza "Armillita" falleció el seis de septiembre de 1978 en la Ciudad de México a la edad de 67 años.