La "tienta" es una de las faenas más interesantes e importantes en la crianza del ganado bravo. En ella se examina a las reses (machos y hembras) para que pongan en exhibición su temperamento, bravura, estilo y fuerza, todo esto como virtudes o sus defectos, como la mansedumbre, que viene a ser el punto negro para una ganadería de reses bravas.
Esa prueba o selección ha de señalar básicamente el destino de los astados que son sometidos a ella. Todas las principales ganaderías cuentan con una "placita de tienta" que consta de un ruedo grande, provisto de burladeros, un palco donde el ganadero toma sus notas y atiende a sus invitados, con corraletas en las que reúne al hato que va a ser tentado.
Debemos de mencionar que las tientas se llegaron a practicar a campo abierto, aunque esto último poco a poco fue entrando en desuso porque los animales resultaban muchas veces seriamente lastimados, quedando inutilizados para la lidia o para la recría. Cuando los animales tienen entre año y medio y los dos años, cuando los bovinos manifiestan ya vigor es cuando son sometidos a la "tienta", principalmente la becerra, ya que sigue pensando que es la hembra la que ha de aportar mayores elementos en la bravura y acometividad a sus hijos, mientras el macho les da tipo y estilo.
Los machos podrán tentarse o no, según decisión del ganadero, pues se puede fiar de la "reata" del animal para enviarlo a las plazas sin necesidad de hacerles la prueba de bravura y estilo.
Algunos ganaderos se inclinan por tentar a los becerros, lo cual se hace en el ruedo de tienta, sin darles un solo capotazo con el propósito de que no "aprendan" nada de la lidia a la que serán sometidos a futuro.
Un toro que haya sido toreado no debe serlo por segunda vez pues resulta muy peligroso, ya que tendrá resabios.
Al entrar al tentadero, el becerro sólo ve al picador armado de una puya pequeña y le atacan. Para quitar al torillo del caballo se le acercan a prudente distancia los toreros y palmean para llamarle la atención: al desentenderse la res de su pelea con el montado, corren los toreros para que los persiga, protegiéndose en los burladeros.
Si el toro es bravo vuelve a luchar con el lancero y se repite la operación cuantas veces sea necesario, hasta que el ganadero esté lo más seguro posible de las condiciones del animal, lo que, en consecuencia, decidirá de qué encierro formará parte y la plaza a la que ha de ser enviado.
Si las notas que alcanzan no son buenas, o están defectuosos físicamente, se les clasifica como "desecho de cerrado" y se les manda a novilladas de poca monta o festivales, mientras los otros, los de notas buenas, serán jugados en plazas de importancia... (Continuará)