"LA TIENTA"
La tienta de vaquillas es diferente a la de los machos. Se acostumbra torearlas, al grito de ¡va la vaca! el caporal la lanza al ruedo por donde corretea "enterándose" de dónde es que la han metido. En un principio por lo general no hace caso del caballo y sólo cuando pasa junto a él, el picador le pincha para "sacarle" la casta y se quede a pelear.
El ganadero, que va tomando notas de la actitud del animal, pide entonces que la coloquen al otro extremo de donde se encuentra el picador que, siempre, está en la contraquerencia, al otro lado de la puerta de las corraletas. La finalidad de colocarla en ese lugar es que la vaca muestre su bravura yendo a pelear en terrenos que les son desconocidos, a distancia de los corrales donde pudieran sentirse amparados.
El torero torea de capa a la vaca para colocarla en donde indica en principio el ganadero, esto es, en el tercio contrario al picador. De allí debe de arrancar sobre el caballo la hembra si es muy brava; si no lo hace, se le pone un poco más cerca, a medio ruedo; si tampoco de allí va, "se le hecha el caballo encima" para picarla.
Al reunirse con el caballo y ser picada por una puya chica, tiene que empujar desdeñando el dolor que le producen las heridas. Y si lo hace con la cabeza muy abajo, sin ceder en su empuje, demuestra cualidades magníficas para la recría. De lo contrario, si se niega a pelear con el picador, queda desechada. Posteriormente se pasa a la muleta, donde debe mostrar buen estilo, ritmo al acometer, largueza en el viaje, resistencia para muchos muletazos, raza, siempre raza.
Las vacas que no muestren nada de esas cualidades son enviadas al matadero. En algunas ocasiones quedan dudas o existen motivos por lo que las hembras no hicieran una buena tienta y se les da una nueva oportunidad. A esa operación los ganaderos de reses bravas le llaman "retienta".
Todo eso va siendo registrado por el ganadero en los libros de la ganadería.
Debemos de mencionar, sin lugar a dudas, que en los conocimientos y escrupulosidad del ganadero para calificar el desempeño de sus animales en los tentaderos se finca el prestigio de su ganadería. "No hay que tocarse el corazón", se escucha muy frecuentemente en las faenas de tienta, dando a entender que si los animales tentados no llenan totalmente los requisitos de raza, bravura y estilo para la reproducción o para las plazas, deben de irse al carnicero de inmediato.
En las ganaderías de reses bravas no pueden hacerse concesiones pues una equivocación echa a perder una camada y, muchas veces, a la vacada misma. Una buena tienta asegura el futuro de la ganadería.