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A nadie le gusta que le digan perro... (aunque viva como tal)

EL COMENTARIO DE HOY

Francisco Amparán

Algunos sociólogos opinan que, para atacar los problemas que aquejan a una comunidad, primero hace falta que los no afectados sean conscientes de lo que afecta a sus conciudadanos menos favorecidos. Que quien no ha visto los efectos de la pobreza, la ignorancia, la violencia cotidiana, difícilmente puede conmoverse con los sufrimientos de quienes padecen esos azotes.

Así pues, en teoría, todo aquello que muestre las realidades más desagradables sirve para que éstas desaparezcan. O al menos, que ciertos sectores de la sociedad sean conscientes de que existen, y hagan algo (poco o mucho) para atacar sus causas y consecuencias.

Sin embargo, suele ocurrir que quienes padecen de hambre o miseria se sienten humillados cuando se exponen sus circunstancias. Y es que a mucha gente no le gusta que otros vean la fea vida que llevan, o que sientan lástima por sus desdichas. Lo cual a muchos les parece contradictorio: ¿Pues qué no quieren que se conozcan sus problemas? Si no, ¿cómo se pueden remediar?

Además, si lo mostrado es la realidad, si no se exageran ni falsean las cosas, ¿por qué protestar? Hace cuarenta años, cuando el sociólogo norteamericano Oscar Lewis publicó su estudio antropológico de la pobreza de una familia mexicana, “Los hijos de Sánchez”, hubo un estallido de indignación nacional. Hasta altos funcionarios del Gobierno de Díaz Ordaz públicamente llamaron al intelectual “extranjero pernicioso” y otras linduras. No porque hubiera escrito ninguna falsedad.

No porque su visión fuera sesgada o parcial.

Simplemente porque había develado algunas tristes realidades cotidianas de lo que representaba (¿aba?) ser pobre en este país. Por ahí va lo que le está ocurriendo a la película “Slumdog millionaire” (algo así como “Perro de barriada millonario”), que aparece como favorita para llevarse varios premios Oscar en unas semanas.

El tema del filme es cómo un pobre de toda pobreza en la India recibe la oportunidad de hacerse millonario en uno de esos estúpidos programas de concurso que se han convertido en una plaga universal.

La cuestión es que la película muestra, con gran crudeza, la existencia miserable, francamente infrahumana, en que viven millones de pobres en las grandes ciudades de la India. Y ello ha provocado indignación en diversos sectores de aquel país… incluso entre los representantes de los sin-hogar, líderes que han criticado el filme y pedido su boicot. En especial, les ha chocado el título. Serán pobres de toda pobreza, ¡pero no son perros!

Total, que en este mundo no se les puede dar gusto a todos. Y éste es un ejemplo más de que de buenas intenciones está empedrado el camino del infierno.

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