Una persona que estimo, me dijo que: “Yo no tenía derecho a escribir como lo hice la última vez”. Que no me debo quejar de nada, porque tengo muchos motivos de alegría. Que hay personas que han vivido vidas verdaderamente duras y sin embargo, están de pie desafiando al destino que se ha empeñado en abatirlas. Y en efecto, he llegado a la conclusión de que no tengo motivos para ser pesimista. Primero que nada estoy rodeado de amor. Un amor que disfruto a plenitud y que aun sabiendo que no lo merezco lo recibo con mucho agrado, porque me ha sido dado para que sea feliz.
Muy pocas veces, en realidad, he caído durante mi vida y en esas ocasiones he logrado levantarme y seguir adelante. Jamás me he quedado tirado en el suelo derrotado o entregado a la autocompasión.
Pero en la vida se va aprendiendo y no se puede aprender todo, de una vez y para siempre. Tiene uno que cursar ciertos procesos para llegar a un estado de aceptación y realidad que nos haga ver cuántas cosas bellas tenemos.
Por ello, hoy que comienza un nuevo año, quiero bordar sobre un pensamiento de William Shakespiare, relacionado con lo que vamos aprendiendo en el camino de la vida: “Después de algún tiempo aprenderás la diferencia entre dar la mano y socorrer un alma”.
El tiempo nos enseña que no basta con extender la mano a quienes nos piden ayuda, sino que es necesario aprender a socorrer el alma de aquellos que nos rodean. Enseñar a otros los vericuetos del camino, tratando de que no tropiecen con las mismas piedras, pero permitiéndoles vivir su propia vida.
“Que amar no significa apoyarse y que compañía no siempre significa seguridad”. En efecto, amar no significa apoyarse permanentemente en la persona amada, sino entregarse a ella desinteresadamente. Es darlo todo sin esperar nada a cambio, aunque invariablemente recibamos todo en vía de regreso.
Como en todos los sentimientos y las buenas acciones, aquí opera la ley del bumerang, porque todo, lo bueno y lo malo, regresa a nosotros en algún momento.
“Aprenderás que los besos no son contratos, ni regalos ni promesas”. Son sin duda muestras de amor y de pasión por el ser amado, que suelen ser correspondidos en la misma forma en que los entregamos. Los besos no se regalan, se entregan con vehemencia y a veces con desesperación, porque se quiere hacer feliz a la persona que se ama. Y en efecto, no entrañan ninguna promesa, es sólo el “hoy”, el momento, lo que cuenta.
“Aprenderás que cuando sientes rabia, tienes derecho a tenerla, pero eso no te da derecho a ser cruel”. En efecto, hay ocasiones en que la rabia nos clava sus dientes y envenena, pero no por ello debemos o podemos ser crueles con nadie. Hay quienes desquitan su rabia en otros y es frecuente que esos otros sean niños o mujeres.
Nada más vil ni canalla que desquitarse de esa forma, porque son seres indefensos que lo único que deben de recibir de los demás es amor, mucho amor.
“Aprenderás que sólo por que alguien no te ama en la forma en que quieres, no significa que no te ame con todo lo que puede, porque hay personas que nos aman, pero que no saben cómo demostrarlo...”.
Hay muchas formas de amar, pues cada cual expresa su amor como le parece que debe hacerlo. Pero por ello, podemos sentir a veces que nuestro amor no es correspondido, cuando en realidad la otra persona está poniendo todo para que así sea, sólo que no sabe hacerlo a la manera como el otro lo desea.
Con el tiempo se aprende que: “No importa en cuántos pedazos tu corazón se partió, el mundo no se detiene para que lo arregles...”.
No importa cuán doloroso pueda ser lo que nos pasó, porque siempre habrá en nuestras vidas un motivo de felicidad que nos permita disfrutarla, con el añadido de que el mundo no se detiene para que tú te puedas reponer y que a pesar de todo, deberemos seguir adelante.
Cuando hayamos entendido estas cosas y otras más “sabremos realmente lo que podemos soportar; que somos fuertes y que podemos ir mucho más lejos de lo que pensábamos cuando creíamos que no se podía más...”.
Aunque la vida nos dé reveses tan duros que pensemos que todo se ha acabado, siempre se puede seguir adelante, porque aún estamos vivos, pues “realmente la vida vale cuando tenemos el valor de vivirla”. Por lo demás: “Hasta que nos volvamos a encontrar que Dios te guarde en la palma de Su mano”.