El incendio de la Guardería ABC de Hermosillo, subrogada por el IMSS a unos particulares muy particulares, y en la que murieron casi medio centenar de niños, ha destapado una cloaca.
El problema es que la podredumbre puesta en evidencia por el siniestro está presente en todas partes. En muchos sentidos, lo ocurrido en esa guardería es un resumen de casi todo lo que anda mal con este país. Claro que cuando ocurre una tragedia de esas dimensiones es cuando saltan a la vista nuestros defectos y vicios estructurales. Pero ésos están ahí desde siempre, expuestos para quienes los quieran ver.
Empezando porque este es un país lleno de leyes, reglas y prohibiciones
Luego viene el tráfico de influencias: una de cada tres guarderías subrogadas en Sonora pertenece a parientes o socios del actual gobernador. Quizá la familia Bours y sus conocidos son genéticamente propensos al paternalismo, lo que los impulsa a buscar el cuidado de niños, especialmente si son ajenos y el IMSS paga un dineral por atenderlos. O quizá esos vivales simplemente hicieron uso de tan altos contactos y consiguieron las concesiones por el solo hecho de tener una recomendación. Las concesiones no fueron otorgadas a las mejores guarderías, sino a las que tenían las influencias necesarias. Y ello ocurre en todos los ámbitos de nuestra vida pública. El compadrismo, el nepotismo, son parte integral de nuestro sistema político, social y hasta cultural.
Y como debe ser en un país basado en la simulación, muerto el niño se hace como que se tapa el pozo. Rápidamente se ordenó una inspección minuciosa de todas las guarderías privadas que le hacen la chamba al IMSS. Pero ¿no debería ser eso una labor permanente? ¿O ello quiere decir que, de no haber ocurrido la catástrofe, esos cientos de guarderías ni siquiera hubieran sido revisadas?
Y para terminar, nuestro peor mal, el cáncer que corroe a la nación y no la deja avanzar: la impunidad. En este país nadie es responsable de nada, nadie paga las consecuencias de sus errores o negligencia. Nadie es castigado. Y ello sólo añade una afrenta al dolor de tantos padres. Pero ¿qué quieren? Ése es México. Y así ha sido siempre.