Continuamos haciendo un recuento de algunas de las notas más interesantes de cada mes de este año. Hoy le toca el turno a abril.
Ese mes terminó una de las guerras civiles más salvajes y prolongadas de los últimas décadas. Y, al contrario de lo que ha solido ocurrir desde ya hace tiempo, en que los bandos llegan a algún tipo de acuerdo para detener la efusión de sangre, en este caso uno de los bandos aplastó militarmente al otro.
En 1983, hace más de un cuarto de siglo, un sector de la población de origen tamil de la isla de Sri Lanka decidió lanzarse a una guerra de guerrillas en contra del Gobierno. Alegaban que éste los discriminaba, al no pertenecer a la mayoría étnica del país; y deseaban la independencia. Se llamaron a sí mismo el Ejército de Liberación de los Tigres de Tamil Elam, el nombre que le darían al país que pretendían crear. Lo de "Tigres" llama la atención en Occidente, pero es parte de una tradición de por aquellos lares.
Los Tigres desarrollaron su guerra contra el gobierno cingalés de diversas maneras: primero que nada, establecieron un territorio bajo su control directo en el norte de la isla; y luego, le hicieron la vida de cuadritos al Estado, mediante actos terroristas que no sólo le pegaban a las fuerzas de seguridad, sino que ahuyentaron al turismo internacional, una de las fuentes principales de ingreso de Sri Lanka.
La lucha alcanzó altos niveles de salvajismo en ambos bandos. Los terroristas tamiles no cejaban en atacar civiles desarmados e inocentes, especialmente en las zonas rurales. Por su parte, el Gobierno fue frecuentemente acusado de abusar de los derechos humanos, torturar prisioneros y desaparecer sospechosos de ayudar a los mentados tigres.
A lo largo de todos esos años, hubo períodos de tregua, y otros de particular barbarie. Pero las cosas empezaron a cambiar al empezar el presente siglo, cuando los Tigres comenzaron a resentir un descenso en el apoyo popular a su causa, por parte de una población harta de la inseguridad y sin ver qué de positivo habían sacado de todo aquello.
Aprovechando esa debilidad, desde el comienzo de la primavera el Gobierno cingalés desató una ofensiva en toda la regla en contra de los Tigres. Éstos empezaron a retirarse poco a poco, abandonando en el proceso bastiones que habían ocupado durante décadas. Finalmente fueron arrinconados en una pequeña porción de la isla... junto a miles de civiles que quedaron entrampados junto a ellos.
Cuando el polvo se asentó, lo único que quedó a la vista fueron los sueños destrozados de los Tigres del Tamil Elam... y de miles de inocentes que no pudieron escapar.