Cada vez son más los pequeños que son cuidados por sus abuelitos
La tarea de cuidar a los nietos mientras los padres trabajan recae cada vez más frecuentemente en los abuelos. Sus casas se convierten en jardín de niños porque sus hijas o hijos no pueden o no quieren dejar a sus niños en alguna guardería, o simplemente buscan que reciban más cariño y cuidados en el día a día, a pesar de que esto tiende a retrasar el inicio de la enseñanza y la convivencia pedagógica.
En ocasiones la decisión parte de los propios abuelos, como en el caso de Josefina, una arquitecta que no tiene necesidad económica de dejar a su hija al cuidado de su madre. “Al principio no quería que Sofía (de tres años) estuviera allí”.
En su oficina, donde no deja de sonar el teléfono, reflexiona: “Al final ha sido mucho mejor, la cuidan muy bien y no tengo que estarme preocupando de si la atendieron o no”.
Dos caras
Desde luego, ha habido desencuentros con su madre, “yo diría que se trata de tonterías; por ejemplo, ella no quiere que coma ningún dulce, y yo tampoco quiero que se llene de ellos, pero si quiere uno, se lo doy. No soy tan estricta...”. Cuenta que su padre convive también con su hija, pero “¿Cuidarla? ¡para nada!”.
La necesidad es la principal causa de este fenómeno, la sicóloga Claudia Pinedo, directora de la Academia Lógica-Satélite, dice que los niños quedan cada vez más al cuidado de los abuelos porque “ambos papás trabajan o las mujeres están solas, no tienen pareja”. El factor económico es fundamental, pero “también hay padres que sienten que sus hijos están mejor cuidados de este modo”.
“Me ha tocado ver niños a cargo de los abuelos a los que los papás ven poco y en general tienen bajo desarrollo neuromotor y habilidades físicas limitadas”, ya que no todos los ancianos juegan con ellos, “son niños que platican mucho y cosas así, pero suelen ser torpes, pues casi no tienen juego físico, sus cuidadores no los dejan correr ni hacer algo por el estilo”.
¡Auxilio, mamá!
Hay quienes no tienen más opción que recurrir a sus padres como cuidadores. Marta Nolasco comienza su jornada de trabajo a las diez de la noche, es empleada contable y para ella las cosas no son sencillas, pues el padre de sus dos hijos trabaja todo el día.
“Sin mi mamá no sé que haría, no podría dormir nada”. Cuando vuelve del trabajo viste a los niños, les da de desayunar y los deja con la abuela, “Los niños comen bien y se divierten allá, como están chiquitos (uno y dos años), ni me extrañan”.
Susana Mendoza López es una mujer de 69 años —hace tres que enviudó— y sabe mucho de cuidar niños. Crió nueve hijos y tiene 20 nietos, cuatro de los cuales están a su cuidado. “Últimamente se me hace pesado, ya me siento mal de los nervios”, dice. Ama a sus nietos, pero está punto de renunciar a la tarea: “Ya no me gusta cuidarlos; me encanta estar con ellos, jugar y platicar. Pero tener la responsabilidad ya no, ya no tengo ánimo”.