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Abusones

EL COMENTARIO DE HOY

FRANCISCO AMPARÁN

En una crisis como la que se ha abatido sobre el mundo en estos tiempos, siempre resulta útil encontrar un símbolo o emblema de todo lo que está mal, y que nos llevó a la triste situación actual. Y parece que ya la encontramos: la gigantesca aseguradora norteamericana AIG.

Esta empresa, como tantas otras, se puso a jugar con fuego apostándole a créditos de riesgo, adquiriendo deudas tóxicas y dejándose llevar alegremente por la codicia y la irresponsabilidad. Por supuesto (como tantas otras), iba rumbo a la quiebra; y como ello hubiera dejado sin cobertura médica y de vida a cientos de miles de personas, el Gobierno norteamericano intervino para salvarla. Miles de millones de dólares de los contribuyentes se destinaron a salvarle el pellejo a una compañía que terminó flotando panza arriba porque sus ejecutivos actuaron como adolescentes despreocupados.

Pero eso no fue lo peor. Lo peor es que, de acuerdo a sus contratos, por estas fechas los altos empresarios de AIG tienen que recibir un bono anual que en algunos casos supera el millón de dólares por su desempeño del año pasado. No importa que su desempeño haya sido el de chivo en cristalería. El contrato dice que se les tienen que pagar esos millonarios bonos

Que esa pandilla de inútiles, que echaron a perder la economía mundial, y que tuvieron que ser rescatados nada capitalistamente por el Gobierno, se llenaran los bolsillos con bonos nada merecidos pagados con los impuestos de la clase media, sencillamente indignó a mucha gente. Aparte de estúpidos, resultaron abusones y voraces, y con dinero ajeno.

Algunos ejecutivos tuvieron la decencia de no cobrar sus bonos. Pero otros desvergonzados (por algo están en el puesto que están) dijeron que "papelito habla" y como la compañía no había quebrado, pues les debían ese dinero. Ya se imaginarán la reacción del culto público norteamericano, harto de ese tipo de espectáculos.

De hecho, algunas sedes de AIG han tenido que contratar seguridad privada, en vista de las amenazas de atentado y de muerte contra los ejecutivos que se han venido recibiendo en los últimos días.

Por su parte, y viendo la raja política que se le podía sacar al asunto, el Congreso se dispuso a castigar a los abusones: la Cámara de Representantes rápidamente aprobó un impuesto a los bonos

En todo caso, la indignación por los bonos de AIG ya le dio al pueblo americano un villano favorito

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