EDITORIAL Caricatura editorial columnas editorial

Acción concreta para el progreso

JULIO FAESLER

La Democracia, como el progreso socioeconómico nacional, se desarrolla a pasos. Ni se improvisa ni se impone. El avance político de las naciones es la gran suma de empeños individuales. La perseverancia de la colectividad unida en historia, tradición cultural y el constante reto de progresar con equidad y justicia son sus motores.

La ardua evolución política de México ha ido respondiendo, se ha dado sus propios tiempos. Las formas de actuar han determinado más la fisonomía política del país que los grandes marcos legales. Una vez que se convino en medio de las turbulencias del Siglo XIX que nos organizaríamos conforme al modelo presidencial, lo que después ha sucedido ha sido sólo consecuencia del esfuerzo ciudadano, a veces heroico, a veces callado, pero siempre persistente.

Después de derrocar a principios del Siglo XX, a una dictadura progresista que no supo atender necesidades y aspiraciones sociales, las energías populares se encaminaron hacia la construcción de una sociedad equitativa que al desvirtuarse por los grupos abusivos que se adueñaron del poder produjo el rechazo electoral del 2000. El esquema presidencial no varió, sólo fueron ajustándose instrumentos. Ya en los últimos años de la "dictadura perfecta" priista, se habían dado pasos positivos en el terreno cívico que propiciaron cambios.

Los trabajos de las diversas organizaciones ciudadanas como ADESE (Asociación Democracia y por el Sufragio Efectivo), el Consejo para la Democracia, la Alianza Cívica, el Grupo San Ángel, y muchas más que promovieron observaciones electorales, tribunales electorales independientes, organizaron foros como el de Procesos y Procedimientos Electorales en el Anfiteatro Bolívar en 1992, produjeron documentos tan básicos como los "20 Compromisos para la Democracia" suscrito por centenares de ciudadanos, pero además por todos los candidatos presidenciales del momento, marcaron una época que gestó las instituciones que hoy conforman el escenario electoral. Ahí se originaron los movimientos por la responsabilidad y la transparencia en el actuar oficial.

Es larga la serie de, innovaciones algunas y de ajustes otros, que han ido armando a lo largo de los últimos años la estructura de una Democracia operativa, en el campo de la acción diaria, como fueron un padrón electoral confiable, una credencial de elector infalsificable, una organización electoral independiente del Gobierno, el Tribunal Electoral de última instancia, mecanismos de control presupuestal de los partidos, para mencionar unos cuantos ejemplos ya permanentes, frutos todos ellos de incontables presiones cívicas y negociaciones con autoridades aferradas a sus estilos de arbitrariedad política. Algunos de estos avances constituyeron profundas revoluciones culturales. Así, paso a paso se han sumado piezas al siempre imperfecto edificio de la democracia mexicana.

Esta construcción es perenne; no se detiene. Las inercias echadas a andar hace ya años buscan por sí mismas y por su propia naturaleza completar las estructuras de la Democracia que nunca será perfecta.

El proceso sigue, las propuestas de Calderón, presentadas a propósito inmediatamente antes del inicio de las vacaciones legislativas para con ello provocar su análisis, estudio e incluso un proceso de consenso entre partidos y grupos cívicos, son un nuevo aporte pensado para irse integrando al edificio político electoral.

Los que al primer momento se han ido a los medios acusando las propuestas de ser parches improvisados, que dejan incompleta la reforma política, o del Estado que algunos dicen anhelar, o que tienen intenciones para el 2012, son los que prefieren aplazar los avances del país con nuevos foros, consultas y consejos condenados de antemano a la dispersión de objetivos.

La generalizada inquietud de cambio que se percibe en el ambiente nacional no se satisfará sino con pasos concretos como los que se han ido dando. Cada una de las diez propuestas, aprobada con o sin modificación es una pieza más en la evolución política que los mexicanos no hemos detenido.

Su ingrediente fundamental es la concordia y la conciencia de un destino común que se vislumbra, pero que cuesta mucho trabajo forjar.

Leer más de EDITORIAL

Escrito en:

Comentar esta noticia -

Noticias relacionadas

Siglo Plus

+ Más leídas de EDITORIAL

LECTURAS ANTERIORES

Fotografías más vistas

Videos más vistos semana

Clasificados

ID: 486763

elsiglo.mx