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Acritud: Capítulo segundo...

Hora cero

ROBERTO OROZCO MELO

A fines de 1982 los tecnócratas mexicanos entraron al cuarto de mandos de la República bajo el Gobierno de Miguel de la Madrid y el pueblo empezó a sentir cuán duro podría ser aguantar a uno, a dos o a varios Gobiernos neoliberales recalcitrantes. Se perfilaban Salinas de Gortari, Luis Donaldo Colosio que no logró llegar por su discurso revolucionario, luego se inventó a Ernesto Zedillo y después de él la tormenta y la debacle

En 1982 José López Portillo aportó la crisis de 1982, Miguel de la Madrid la consecuente deflación y los tres ceros del peso, Carlos Salinas de Gortari puso la inestabilidad política, Colosio la nostalgia por lo que pudo ser y Ernesto Zedillo las derrotas del PRI.

En 1996 dolían aún los trancazos de la crisis 1994-1995. Las alzas de impuestos, de precios y de servicios públicos tundieron en la economía popular con deliberada fuerza; eran golpes mortales que develaban las verdaderas intenciones de la tecnocracia hecha poder: acabar con lo que los "yuppies" del ala neoliberal de Harvard consideraban actos trasnochados de populismo químicamente puro a los que no debían volver los electores de la República.

Se trataba entonces, como se repite ahora, de descalificar al Partido Revolucionario Institucional, de acusar su ausencia de modernidad democrática, de interdictar su identificación con el pueblo y de recordar culpas antiguas toreando señalamientos obvios del PAN.

Su verdadera y concretada intención era arrebatar al PRI el poder ganado con los votos de los mexicanos.

Y para ese fin se creó, vista la crisis económica heredada por José López Portillo, aquel organismo multilateral que se llamó "Acuerdo para el crecimiento y recuperación económica" el cual, como todas las comisiones, consejos e institutos del poder público, serviría para nada, y nada más para eso.

Lo bueno fue que la desmemoria popular olvida todo, aunque ese todo haya redundado en perjuicios para su magra economía doméstica. Evoquemos algunos ejemplos: Si entendimos bien, el organismo tecnocrático cuyas siglas forman la palabra "ACRE" debía promover una mejora económica en el patrimonio de las familias necesitadas mediante un mayor ingreso patrimonial; no disminuir su capacidad de consumo con alzas en los precios de los bienes y los servicios públicos. Aquí, hagamos memoria, no se ha hecho otra cosa desde el año 1982.

¿De qué sirvió, en aquel tiempo, incrementar un 17 por ciento al salario mínimo si después se aumentaron los precios a la gasolina, al gas butano, al diesel y a la electricidad? Luego nos dijeron los funcionarios federales que íbamos a crecer un cinco por ciento al final de la crisis e ingenuamente pensamos: ¿Quiénes vamos a crecer? ¿Yo, usted, nosotros, ellos?

No seamos bárbaros, se reclamó: van a crecer las empresas del Gobierno, las prósperas compañías de los amigos del ex presidente y sus colaboradores; no los pobres miserables que mal viven en las casuchas de las colonia marginadas, no los obreros que fueron desempleados, tampoco los campesinos que no pueden mover su tractor porque "no acabalan" para el diesel, y menos los maestros y los burócratas.

Sin embargo, debimos haber reconocido que nuestro Gobierno se mostraba espléndido al anunciar los estímulos, ¿Para quienes? ¿Alentarán a los trabajadores con un subsidio por el valor del boleto del transporte para ir a su fuente de empleo, si acaso la tienen todavía? ¿Estimulará a las amas de casa, y de pasada a los almacenes de productos de primera necesidad, si logran controlar los precios de las subsistencias?

Claro que no. Obvio era que los estímulos serían para las empresas, unos de carácter fiscal, sin condiciones, y otros especiales para quienes crearan nuevas fuentes de trabajo. El peso, por su parte, no detuvo jamás su desliz frente al dólar. El famoso "ACRE" (Acuerdo para el crecimiento y la recuperación económica) justificó sus fines ante el pueblo: Sabía fuerte, tenía un efecto que irritaba, era agrio como el engaño, acerba y acérrima la corrosión que dañaba a la economía familiar: precisamente lo que significa el vocablo "acre" según los diccionarios.

Y llegó, maldita sea, el año 2009: Entonces oímos en todo el país un mensaje tremebundo: ¡Agárrate pueblo que ya van a comenzar otra vez!

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