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Acteal, resumen de nuestros lastres

FRANCISCO AMPARÁN

La resolución de la Suprema Corte de Justicia en el sentido de dejar libres a 20 personas encarceladas desde hace casi doce años por la masacre de Acteal, puso de manifiesto un sinnúmero de taras, lastres y errores que venimos cargando como Estado y como nación desde hace buen rato… y que nos impiden desarrollar nuestra potencialidades.

Por supuesto, que dos decenas de personas hayan perdido más de una década de su vida por la fabricación de pruebas, el testimonio de testigos ausentes, la falsificación de firmas y otras linduras por el estilo, debería indignar a la sociedad. Pero ello no ocurre… porque sabemos cómo son las cosas en este país de opereta y folletín. En el que se siguen todas las normas… enchuecándolas según le convenga o de acuerdo al capricho de quien tenga la sartén por el mango.

Los detalles sobre el proceso que han venido saliendo a la luz desde hace casi dos años le ponen a uno los (pocos) pelos de punta. Muchos encarcelados resultaron en el tambo porque un grupo de mujeres los señaló (en bola) cuando iban transitando en una camioneta: ¡Pa’ dentro todos! Otros, porque sus nombres estaban en un prolijo listado elaborado por un indígena que unas horas antes había declarado no saber leer ni escribir castellano. Quizá lo más alucinante es la resolución de un juez que basó su sentencia… en lo que había hallado sobre el caso ¡en Wikipedia! ¿En qué país del mundo se admite a semejante idiota como juez? Peor aún, ¿quién les dice que no sigue siéndolo?

Sabemos que en este país cualquiera puede ser culpable (o inocente) de cualquier cosa, dependiendo no de pruebas y evidencias, sino de la incompetencia, ignorancia, intereses o simple mala leche de jueces, procuradores y ministerios públicos. Ello queda claro en este caso. El problema es que, aunque lo sabemos, no se hace nada al respecto. Nuestra vida pública está más interesada en esa absurda carrera de comprar hectáreas de terreno lo más pronto posible para construir una refinería… cuya construcción empezará en el año 2011. Y nuestros legisladores siguen dándole largas a las reformas que quizá impedirían que miles de vidas terminen destrozadas por la simple obsolescencia del sistema judicial y las leyes, y los procedimientos sencillamente medievales que se siguen aplicando.

Pero además de todo, siendo evidente que con los recién excarcelados no se había seguido un debido proceso, hubo quienes protestaron por su liberación. Una periodista alegó que Acteal había sido un crimen de Estado, y por tanto no debía dejarse ir así como así a los presos… aunque sean inocentes, supongo. Las buenas conciencias de siempre aullaron que los asesinos de indígenas siempre salían impunes… como si los detenidos no fueran también indios, y no hubieran pasado una década en el bote. Bonita impunidad.

Total, que Acteal sirve como resumen de muchos de nuestros lastres… que no atendemos, no reconocemos y por tanto seguiremos cargando. Y por ello México se seguirá yendo a pique.

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