Las recientes elecciones legislativas en la Argentina parecen señalar el ocaso de algo que parecía columbrarse como una anomalía histórica en pleno siglo XXI: que en una democracia latinoamericana, la Presidencia se fuera rolando entre cónyuges. En este caso, la alternancia entre el expresidente Néstor Kirchner y su esposa, la actual mandataria Cristina Fernández. Según las malas lenguas, que suelen tener la razón, el actual régimen de la señora Fernández de Kirchner no era sino un preludio al regreso de su marido a la Casa Rosada.
Pero las cosas no salieron como esperaban: Cristina Fernández ha resultado ser una gobernante sumamente ineficaz, básicamente por su incapacidad para consensar acuerdos en un país con una clase política hiperideologizada y que cuenta con la mayor cantidad de psiquiatras por cada mil habitantes. Sus pleitos con los productores agrícolas exportadores, por ejemplo, han consumido buena parte de su tiempo y esfuerzo
Además, la conseja popular era que su esposo seguía siendo el poder detrás del trono, no sólo por su obvia cercanía, sino por ser el líder del Partido Justicialista que los había llevado a la Presidencia. El problema fue que esa manipulación se hizo cada vez más obvia, y Néstor Kirchner trató de hacerla extensiva al Partido
Aunque los resultados no fueron aplastantemente negativos, sí representaron un duro golpe al proyecto continuista de los Kirchner. Tanto así, que él se vio en la necesidad de renunciar a su posición como líder máximo del Justicialismo. Con ello, en gran medida, se está descartando para buscar de nuevo la Presidencia, en menos de dos años.
A su vez la presidenta se verá enfrentada a un Congreso en donde no cuenta con mayoría, y con el que tendrá que negociar
Total, que ante esos reveses muchos dan por muerto y enterrado el proyecto caudillista (o semi-caudillista, o conyugal-caudillista, total) de los Kirchner. Sin embargo, hay que recordar que los argentinos tienen la curiosa costumbre de andar resucitando cadáveres políticos. Y que la vida política de la república del Plata de repente presenta características de vodevil. Sí, incluso más que la nuestra, que ya es decir.
Por lo pronto, a Cristina Fernández de Kirchner le tocará remar contra corriente lo que le queda de Presidencia. Y se ve difícil que esos meses restantes los vaya a pasar cosiendo y cantando. Se vienen días duros para ella…y para la Argentina toda.
