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¿Adivina quién viene esta noche?

Gilberto Serna

Los caracteres morfológicos en los seres humanos se perpetúan por herencia. Las razas fundamentales son tres, la caucásica, indoeuropea o blanca, la mongólica, asiática o amarilla y la etiópica, africana o negra. Los antropólogos coinciden en clasificar las razas atendiéndose primordialmente al color de la piel y el aspecto del cabello. En la raza blanca son característicos los cabellos finos y flexibles, los ojos grandes, la gran capacidad craneal y el ángulo facial de 80 a 90°, en tanto en la raza negra los cabellos son crespos y lanosos, los labios gruesos, la nariz ancha y el ángulo facial de 61 a 75°. Es Carl von Linneo (1707-1778) ilustre naturalista sueco, a quien se debe la primera clasificación de la humanidad distinguiendo cuatro grandes razas, la blanca o europea, amarilla o asiática, negra o africana y roja o americana Hay otras subdivisiones, pero sólo nos ocuparemos de las que nos interesan, para los propósitos de esta colaboración, que son la indoeuropea y la africana, en atención al debate que se ha venido suscitando de si Barack Obama es o no es realmente negro. Lo cual no deja de ser una visión simplista. De entrada dejaré sentado que ya sea blancos o negros, se trata de seres humanos, creados a imagen y semejanza del Creador.

Lo que sabemos de Obama es que su linaje viene de madre blanca, de Kansas y padre negro de Kenia, dando lugar a que se haya abierto un debate acerca de si debe ser considerado o no afroamericano. En el pasado a esos hijos se les llamaba simplemente mulatos, que nos parece despectivo si consideramos que la palabra proviene de mulo, que es un híbrido nacido del cruzamiento de un asno y una yegua. Creo que no ha lugar a dudas si se advierte el color de su piel y su pelo ensortijado pegado al cráneo. El mismo Barack dice que es un afroamericano, aunque hay muchos negros que no lo ven como tal. Era común que los blancos vieran, con esas características raciales, simplemente a un negro, sin tomarse la molestia de averiguar más. La cosa que, a nuestro juicio, está mal es que se pretenda incluirlo en una identificación racial, o es blanco o es negro, según sea los que lo califican. Si se recurre a su apariencia es un negro y no vemos cómo podrá ser de otro modo, a menos que la gente quiera verlo de distinta manera.

Obama refulge como un pececillo de acuario en medio de dos tiburones. George padre, no deja de parlotear quizá pensando que si la guerra de Troya se inició a raíz de que Paris cargó con Helena, el oro negro provocó la crisis actual. Luego irían a almorzar. Carter pidió un café tibio. A Bush padre, mostrando no tener apetito, siguió taladrando el oído de Obama, quien lo tomó sin azúcar. Bush hijo, a pesar de la hora, lo bebió con piquete. Clinton, con el nudo de la corbata descentrado, razonaba, mientras sorbía de su taza un café con abundante leche, considerando impropio que dos camareros de color sirvieran el menú. Esto me trae a la memoria, el argumento de la película gringa “Adivina quién viene a cenar”, que protagonizaron Katherine Hepburn y Spencer Tracy. El argumento del film, de los años sesenta, refiere que la hija del matrimonio invita a cenar a su novio, el actor Sydney Potier para que los conozca.

Lo culminante de la obra llevada a la pantalla, es cuando la dueña de la casa le pide a su sirvienta negra que yendo a la sala donde se encuentra un señor, le indique que el condumio está servido. La criada regresa diciendo que ahí no hay ningún señor, que sólo está un muchacho endrino leyendo un periódico.

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