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Adolescentes

Diálogo

YAMIL DARWICH

Seguramente usted estará de acuerdo conmigo cuando le escriba: México es un país adolescente. Nuestro promedio nacional de edad poblacional es menor a los treinta años y sólo el 8.1% rebasa los sesenta.

La idea va más allá; si comparamos nuestro bagaje cultural y vemos que su riqueza en usos y costumbres es enorme, hasta exuberante, para luego reconocer que somos un pueblo con apenas 200 años de existencia, que comparados a los miles de vida de otros países -como los orientales- confirmamos nuestra condición: adolescentes.

De hecho, algunos pensadores dicen que todavía no hemos acabado de establecer una cultura propia, aun con todos los rasgos culturales e idiosincrasia que nos caracterizan.

También debemos escribir que, en madurez política, hemos quedado sólo un poco atrás, tomando en cuenta la carta de independencia de los EUA, que fue expedida en 1783, o las declaraciones de la Revolución Francesa -1789- cuando se enunciaron los principios de "libertad, igualdad, fraternidad y muerte", esta última afirmación no muy conocida, por cierto.

Ahora transporte esa idea a la Comarca Lagunera; con un poco más de 100 años vividos por sus tres principales ciudades; son tan sólo -acépteme la comparación- jovencitas retozonas.

Si recibimos la herencia biológica para ser morenos o rubios, altos o bajos de estatura, o mujeres y hombres, también tenemos algo especial y muy nuestro: la genética propia del mexicano.

Podemos agregar que, a pesar de nuestra corta edad como sociedad americana, poseemos los gens sociales que nos identifican: el amor a la Patria, con héroes inalcanzables; la fe cristiana, fundamentalmente católica, con la Virgen de Guadalupe; y hasta nuestra propia música, aportando el conjunto musical Mariachi, símbolo de identidad artística ante el mundo.

Nuestro comportamiento como habitantes de esta nación es también de adolescentes:

Los jóvenes que viven años maravillosos y a veces dolorosos, saben aprovecharse de su condición; así, cuando les conviene, son niños que requieren del apoyo de los padres; cuando no, exigen el trato de individuos independientes y maduros. La manifestación social es igual: si nos beneficia, exigimos un Gobierno paternalista; de lo contrario, pedimos como adolescentes, pataleamos, pero no exigimos con el derecho que nos da el cumplimiento de las leyes.

Los políticos actúan igual: inmaduros, peleoneros e insultadores; tal y como lo hacen los adolescentes en las escuelas secundarias, utilizando la fuerza más que el poder de la razón. Y nosotros: dejándoles hacer.

Tenemos gustos de adolescentes y colocamos la música simple y en ocasiones con letras bobas sobre la buena música. Repudiamos la clásica, a veces sin conocerla, como aquel muchacho que rechaza el alimento sin probarlo.

Para otras actividades de esparcimiento tenemos la misma actitud adolescente: preferimos el dominó sobre el ajedrez y las imágenes de gladiadores deportivos, jóvenes desde luego, o artistas "bonitas", por encima de otros con grandes capacidades histriónicas logradas con el estudio disciplinado.

Así como los adolescentes gastan inmediatamente su peculio, los mayores desperdiciamos nuestros ingresos en compras innecesarias; las tarjetas de crédito se han transformado en uno de los primeros enemigos de la economía familiar.

Si para el adolescente es importante tener los juegos electrónicos o celulares de moda, para el adulto es preferible lograr el crédito para una pantalla de 42 pulgadas, a pagar la mensualidad de casa, escuela o mejorar la alimentación de la familia. ¿No le parecen actitudes inmaduras?

Dice el refrán: "No hay plazo que no se cumpla", aunque para los más jóvenes no tiene mucho significado, por razones propias de su corta edad y en tanto continúe la diversión; igual sucede con los adultos mexicanos, que tenemos que ver con la toma de decisiones importantes para México. Los jóvenes piensan en "hay será para mañana"; los adultos en "dejar para después" la atención al problema y si usted es político: "que el que llegue al poder, se las arregle como pueda".

Así, con actitudes de sociedad inmadura, es como nos vamos sumiendo por los problemas desatendidos: el narcotráfico creció durante los muchos años que no fue combatido efectivamente; nuestra economía vive el enorme deterioro porque, desde años atrás, hemos estado postergando decisiones importantes al considerarlas "de alto costo político".

Dicen que "cada quién tiene el Gobierno que se merece" y desafortunadamente, el refrán se cumple en nuestro caso nacional.

La solución para México está en el cambio de actitud de todos los mexicanos:

Haciendo política pensada en el bien común, con honradez, madurez y responsabilidad; acatar, todos, las leyes y pagar correctamente nuestros impuestos; también que cada uno de nosotros cumplamos con la responsabilidad social e individual, participando activamente en los quehaceres nacionales, particularmente ahora, que es urgente y empezamos a gritar: ¡Viva México!, hasta queriendo festejar doble el veinte de noviembre.

La pregunta es punzante y hasta agresiva: ¿usted qué piensa hacer por México? ydarwich@ual.mx

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