La Agenda 21 Local es un instrumento de planeación del desarrollo que se define desde la Cumbre de la Tierra, celebrada en Río de Janeiro en 1992, mediante la cual se diagnostica los problemas y se diseña estrategias que posibiliten reorientar las políticas públicas y las acciones ciudadanas por el camino de la sustentabilidad.
Para los Municipios elaborar su propia Agenda 21 Local constituye un esfuerzo importante de emprender acciones locales como una forma de contribuir a revertir, remediar o restaurar la huella ecológica que las empresas, instituciones y en general las personas, marcamos con nuestra presencia en los diversos espacios geográficos del planeta; dicho esfuerzo es a la vez una de las maneras de responder en los ámbitos municipales ante los grandes procesos de deterioro que sufren los sistemas naturales a nivel global, como el cambio climático, las alteraciones en los procesos biogeoquímicos y otros producto de la presión antrópica a gran escala sobre el ambiente.
En las ciudades de la Comarca Lagunera que conforma la llamada Zona Metropolitana, los problemas que enfrenta su desarrollo urbano y rural constituyen cada vez mayores retos que exigen ser encauzados de manera sustentable. Al respecto y considerando que esta ciudad y en sí y la región económica, o incluso cuenca hidrográfica en que se ubica, presentan procesos serios de deterioro de sus recursos naturales que se expresan en problemas de contaminación, particularmente del agua y el aire, pero también de una parte de sus suelos, de pérdida de hábitat, entre otros, que plantean la necesidad de realizar un ejercicio oportuno de crear una Agenda 21 Local.
Ciertamente, debemos reconocer que ante estos escenarios nada alentadores, se han emprendido esfuerzos locales importantes a través de las oficinas ambientales de Gobierno, particularmente municipales, donde también se ha observado una mayor participación de grupos u organizaciones civiles, empresariales e instituciones académicas, quizá como en pocas partes del Norte del país, los cuales hacen patente una mayor participación en la identificación y búsqueda de soluciones. En otras palabras, ante los procesos de deterioro ambiental que se enfrentan en esta ciudad, hay un interés ciudadano y gubernamental cada vez mayor por involucrarse en resolverlos, situación que crea un clima también cada vez más propicio para que ordenemos esas problemáticas y definamos estrategias conjuntas de solución mediante la elaboración de nuestra propia Agenda 21 Local.
Es cada vez más plausible que problemas como el abasto de agua para uso doméstico ya no sólo es un problema de viejas e ineficientes redes de suministro, sino que también es de calidad, y que éste se origina en la presión que sobre los cuerpos de agua dulce ejercen actividades económicas no realizadas en los espacios urbanos, y que ellas aquejan a más de un municipio; de igual forma sucede con el aire, el manejo de los residuos sólidos, la protección de los pocos reservorios naturales que aún albergan ecosistemas, hábitat y especies silvestres en buen estado de conservación, y dentro o fuera de ellos los escasos, pero importantes humedales por los cuales fluyen los escurrimientos superficiales.
La conexión entre estos problemas más allá de las jurisdicciones municipales requieren respuestas también conectadas, como pueden ser las redes de estaciones de monitoreo del aire, de espacios protegidos, con sus sierras transversales y humedales, o de acciones coordinadas como programas de investigación, de educación y cultura ambiental, de recuperación de acuíferos subterráneos, de acopio y manejo de residuos sólidos, entre otros. De alguna manera, los esfuerzos locales que se vienen emprendiendo en este sentido, son aportes que contribuyen en la elaboración de una Agenda 21 Local, sólo es necesario que exista la voluntad hacerlo.
