Quizá "ÉL" FUE COMO otros miles de mexicanos, tuvo por hogar un círculo de necesidades insatisfechas. Así lo han sufrido millones de connacionales. "Él" se vio en la necesidad de asistir a modesta escuela rural perdida en lo alto de las sierras mexicanas. Fue como otros muchos de los que no tuvieron una sola oportunidad en la vida para superar su miseria. Así fue.
En algunas ocasiones, "Él" soñó cursar la secundaria, la preparatoria y por qué no, también pensó en llegar algún día a la universidad y obtener una licenciatura que le permitiera, vía la capilaridad social, salir de su estado de marginación y pobreza. Pero no, tampoco fue así.
ESTAMOS CIERTOS Que sus primeras experiencias debieron ser las más simples y para lograr sobrevivir en un medio rural empobrecido y abandonado, en donde no pudo arraigarse ni tampoco hacer producir las tierras de sus mayores. Así debió ser.
JAMÁS FUE ENTREVISTADO Por algunas de las revistas conocidas como del corazón. Nunca su fotografía fue publicada en Nuestra Gente, en Clic, en el Hola, ni tampoco en Quién, mucho menos en Forbes como el Chapo. Nunca en su vida fue invitado a los saraos que organizan los cuerpos diplomáticos acreditados en nuestro país, ni asistió jamás a los banquetes que sirve el Gobierno Federal para recibir y agasajar a los jefes de Estado que nos visitan. Nunca de los nuncas, posó para que su imagen saliera en algunos canales de televisión y dar cuenta de su opinión sobre los problemas nacionales, sobre la moda o respecto de sus aficiones, pasatiempos o gustos culinarios. Así fue.
PARA TODOS NOSOTROS Fue un total desconocido del que nunca supimos ni que existiera. El país no conoció a su familia, el nombre de su esposa o el de sus hijos, si era sano o enfermizo, si ganaba lo suficiente para el sostenimiento de su familia; si le gustaba leer, ir al cine o jugar dominó. La realidad es que sobre "Él" no supimos nada sino hasta el jueves pasado.
ÉL PUDO HABER Pasado frente a nosotros pero nosotros nunca notamos ni advertimos su presencia, menos supimos de su existencia. Su mundo y su vida estaban muy lejos de nuestra vida y de nuestro mundo. Cada quien en lo suyo. Tan ajenos estábamos a "Él", como estamos acostumbramos a estarlo nosotros frente al dolor, la miseria y la corrupción que a diario nos llena los ojos, pero que en acto autista, los cerramos para seguir creyendo y pensando que aquí no pasa nada.
SIN EMBARGO En algún momento de su vida, "Él" tomó la decisión de ponerla al servicio de una causa que valoró justa: La defensa de su país. En medio de su problemática y su miseria tomó el camino de servir a sus semejantes, no obstante que muchos de esos semejantes en ocasiones lo hayan discriminado por color de su piel o su pobreza.
ASÍ, FINALMENTE "ÉL" Resolvió participar en la lucha contra el crimen organizado y tomó la decisión más importante de su vida, aun sabiendo los riesgos que ello implicaba y el miserable sueldo que percibiría. Estamos seguros que en sus momentos de reflexión pensó que quizá algún día y con suerte, podría llegar a sargento, a mayor, a teniente, a capitán, a coronel y por qué no, hasta a general. Para ello ingresó como soldado raso a las Fuerzas Armadas del Ejército Mexicano. Así fue.
SU MUERTE La semana anterior, pasó desapercibida para 104 millones de mexicanos. También pasó inadvertida para la prensa del corazón, para los medios que disfrutan y publicitan las estupideces de los llamados ricos y famosos. La reseña de su sepelio no salió en la prensa. No fue tema para la televisión ni asunto de interés para los comentaristas de hechos luctuosos en la radio. Los periódicos no se llenarán con esquelas pagadas lamentando su deceso. Su obituario no llenó el espacio de un aviso oportuno.
SU SEPELIO Se realizó en una modesta ranchería, quizá en el mismo lugar donde viven sus padres y su esposa. Sin duda sería en un triste y abandonado panteón pueblerino. No se escuchó el clarín de la trompeta a toque de silencio, ni el redoblar a duelo de los tambores cubiertos con paños de luto.
"ÉL" FUE JUAN C. HERRERA RODRÍGUEZ Soldado del 27 batallón de infantería quien fuera asesinado la semana pasada por una turba de pistoleros, asesinos y sicarios que enfrentaron a una patrulla del Ejército Mexicano en el municipio de San Miguel Totolapan en la serranía del estado de Guerrero.
JUAN C. HERRERA RODRÍGUEZ Fue un soldado que murió en el cumplimiento de su deber, como han muerto ya otros cientos de anónimos miembros del Éjército mexicano y de los cuerpos policiacos locales y federales. Todos ellos en esta terrible guerra que libra el Estado mexicano en contra de los criminales.
SEA NUESTRO RECUERDO Para el soldado Herrera Rodríguez inhumado en algún modesto panteón pueblerino.
Él ya hizo algo para que las drogas no llegaran a tus hijos, y tú ¿Qué has hecho al respecto?