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AL TÚ POR TÚ

EL COMENTARIO DE HOY

FRANCISCO AMPARÁN

Las firmas de convenios, acuerdos y tratados internacionales suelen ir acompañados de muchas fotografías con señores sonrientes muy bien trajeados y abundantes brindis por la amistad y la cooperación entre los pueblos. Pero luego de que se recoge el confeti y los canapés caídos, llega la cruel realidad: que cada país intenta accionar en lo posible de acuerdo a sus intereses; y ello con frecuencia implica torcer y retorcer la letra y el espíritu de los mentados acuerdos, convenios y tratados internacionales.

Cuando ello ocurre, los otros signatarios de tan membretados documentos suelen reaccionar de malos modos. Y una violación suele venir acompañada de represalias de todo tipo: por aquello del ojo por ojo, diente por diente. En el caso de los acuerdos comerciales, cuando un país deja de cumplir con sus obligaciones, los otros signatarios responden con la misma moneda: si a mí me ponen trabas, yo pongo las mías; una barrera al libre comercio suele ser respondida con una equivalente por parte del afectado. Por ello no debe sorprendernos la reacción del Gobierno mexicano ante la prohibición por parte de los Estados Unidos de que los transportes de carga terrestre mexicanos circulen libremente por territorio norteamericano.

Como los vecinos se negaban a permitir el libre tránsito de nuestros tráileres (lo que está consagrado por el TLC), entonces México elevará los aranceles (o impuestos a la importación) de noventa productos norteamericanos. O sea que le pondrá trabas a las exportaciones de diversas mercancías agrícolas e industriales que, por tanto, tendrán más problemas para venderse a uno de los principales socios comerciales del Imperio.

Aquí entre nos, a mí me gustaría que también en México se prohibiera la circulación de tráileres mexicanos. Creo que con semejante medida muchos automovilistas verían aumentada su expectativa de vida. Pero el caso es que la prohibición en EUA viola condiciones expresas del TLC, y México respondió como pudo: apretando las restricciones al comercio gringo justo cuando la economía se halla de capa caída.

Qué tanto le pegue eso a las importaciones, y quiénes se verán realmente afectados, está por verse. Pero al menos el Gobierno no se quedó cruzado de brazos, como ha ocurrido en otras ocasiones en que los gringos violaron alevosamente lo establecido por el Tratado. ¿Quién está detrás de la prohibición? Pues un eterno Némesis de nuestro país y del TLC: el poderoso sindicato de transportistas y estibadores, los famosos Teamsters, que hacen todo lo posible por sabotear el libre comercio entre los dos países, con el pretexto de que ello merma la oferta de empleo en Estados Unidos. Y como generalmente apoyan a los Demócratas, se están cobrando a lo chino los votos de noviembre. Primero deberían buscar y hallar a Jimmy Hoffa. A ver si así dejan de jorobar.

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