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AMLO, el asombroso

CRÓNICAS DE REPORTERO

CARLOS LORET DE MOLA

Antes de morir, Juan Camilo Mouriño lo intentó una última vez desde la Secretaría de Gobernación: que López Obrador se reuniera con el presidente Calderón. Intermediaron senadores del PRD que habían mantenido una fluida comunicación con el Gobierno en medio de la reforma energética. La respuesta del líder opositor fue sencilla: No.

Jesús Ortega aprovechó que uno de sus más cercanos, Carlos Navarrete, tiene diálogo fluido con Andrés Manuel por las reuniones del Frente Amplio Progresista y le solicitó una reunión. La contestación fue idéntica: No.

Asombra que rompiendo alianzas, despreciando manos tendidas, descalificando a quien le asome una crítica, sosteniendo incongruencias, llevándose una tunda mediática como hábito y sin su partido, López Obrador tenga un 11% de las intenciones de voto de los mexicanos para 2012. Más asombra que haya estado alguna vez en 40% y no haya sabido sostenerse.

Asombra que haya logrado mantener a Carlos Salinas de Gortari en el basurero de la historia. Más asombra que sea hoy aún más repudiado que el mismo ex presidente.

Asombra que haya visitado los 2 mil 038 municipios del país en donde hay régimen de partidos. Más asombroso es que sus propios seguidores lamenten que donde juntaba 5 mil personas ahora se congregan cuando mucho 200.

Asombra que sea la mayor amenaza para las aspiraciones presidenciales de Marcelo Ebrard. Más asombra que tenga la sagacidad política para mantener ciertos controles de la capital que impiden al jefe de Gobierno sacudírselo y hasta lo orillan a seguirlo financiando.

Sorprende que con el mínimo capital político del PT y Convergencia, con poco dinero, realmente haya logrado un pacto con Ebrard para que quien llegue más fuerte a 2011 sea el candidato perredista, cuando Marcelo tiene todo el presupuesto del DF y una alianza con los Chuchos que le han puesto el PRD a sus órdenes con tal de quitarse de encima al tabasqueño.

Asombra que hacia afuera pida democracia y hacia adentro, a los de su grupo, exija sumisión. Más asombra que afuera no reciba trato democrático y adentro sí le sean sumisos.

Asombra su auténtica vida clasemediera. Más asombra que en su círculo más cercano haya tantos que se han enriquecido con el poder.

Asombra que su pura sombra haya regido el destino de las reformas energética y electoral. Más asombra que, al final, las haya condenado.

Asombra que todavía llene el zócalo. Más asombra que sus zócalos ya no pesen política y mediáticamente lo que antes (ni entre sus más afines).

Asombra su tenacidad, autenticidad, austeridad, olfato político. Pero más asombra que todo esto se lo coma, solita, su soberbia. Así está decidido a volver a la ruta electoral.

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