NUEVA YORK.- Duele pensar que a alguien a quien le hemos invertido tiempo, trabajo y cariño, no nos pela. Cuando ese alguien antes nos prometía que "no tenía una relación más importante que la que tenía con nosotros" y que ahora nos da falsas expectativas, recibiéndonos en su casa y alargando la reunión para después despedirnos con un "no me busques, yo te busco."
El presidente Obama ya lo ha dejado claro. América Latina y México no son por ahora prioridad de la política exterior de EU. A principios del mes, el vicepresidente Joe Biden visitó Europa, mientras que Hillary Clinton visitó 4 países de Asia en su viaje inaugural como secretaria de Estado y, por su lado, Obama acaba de estar en Canadá.
El inicio de la primavera traerá consigo una oportunidad para cambiar esto. La Quinta Cumbre de las Américas, a realizarse en abril en Trinidad y Tobago, servirá para que los presidentes latinoamericanos le recuerden a Obama que la región sigue siendo vecina e indispensable para EU. Obama llegará a esa reunión a tomarse fotos con un cuadro disfuncional de líderes latinoamericanos en problemas.
Problemas de una región en la que la democracia electoral ya no experimenta consolidación democrática, sino retrocesos autoritarios en Venezuela, Bolivia, Perú y Nicaragua o donde la consolidación democrática se encuentra secuestrada por la violencia de la guerrilla y el narco, en Colombia, sólo por el narcotráfico, México, o por una democracia de familia, como en Argentina. Obama se encontrará también con una región donde las perspectivas de crecimiento económico para 2009 son negativas, amenazando la gobernabilidad democrática, atrasando la reducción de la pobreza y creando la próxima diáspora de latinoamericanos a EU.
En otras palabras, en Trinidad y Tobago, Obama podría empaparse de una realidad que no le puede ser ajena. El primer presidente estadounidense con una vocación global de nacimiento tendrá que volverse realista y no descuidar lo regional.
Si bien las prioridades de EU están hoy en el Oriente Medio, Asia y Europa, tal vez en ese orden, ello podría cambiar si Obama replicara para sí la reflexión que hace el politólogo y periodista Fareed Zakaria en The Post-American World, uno de los libros que precisamente leyó Obama el año pasado.
En el libro de Zakaria se analiza si es inevitable que Asia y Europa desplacen a EU como nuevos centros del poder global en el siglo 21. El optimismo de su autor, un indioamericano que fue alumno de Huntington en Harvard, señala básicamente que ningún país tiene la capacidad estadounidense de ajustarse ante los retos que la era global le presentan.
La triste realidad que Obama encontrará en Trinidad y Tobago podrían obligarlo a realizar ajustes en su política exterior y cambiar la lista de prioridades, colocando a América Latina de nuevo en el radar de Washington.
Muy probablemente el embajador mexicano en Washington, Arturo Sarukhán, ya esté tratando de cabildear en el Departamento de Estado, y a través de organizaciones mexicoamericanas como LULAC, una escala en México de Obama antes o después de la Cumbre en Trinidad, lo cual es adecuado.
Una visita del nuevo presidente de EU a México sería fondo y no forma en momentos en los que nuestro país está inmerso en una ola de violencia por el combate al crimen organizado. El mensaje que mandaría una visita de Obama, idealmente en algún punto fronterizo, sería una poderosa advertencia a los narcos y un mensaje de esperanza a las familias que viven atemorizadas por la narcoviolencia en el país.
En preparación de la visita de Obama a Trinidad, no estaría mal que Sarukhán le hiciera llegar los siguientes títulos al presidente estadounidense: The Rise of Illiberal Democracy, del mismo Zakaria; Leftovers: Tales of the American Left, editado por Jorge Castañeda y Marco Morales; la traducción al inglés de La Silla del Águila, de Carlos Fuentes y de pilón una traducción del reporte Drogas y Democracia. Con estos títulos tal vez se lograría que Obama despierte un interés latinoamericanista o un amor de primavera
Politólogo e Internacionalista
