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Ante el mundo

FEDERICO REYES HEROLES

¿Estabilización de la epidemia? Para algunos es todavía prematuro decirlo. La precisión en el uso de las palabras es central. Tiene que pasar un periodo que, hasta donde se sabe, todavía no concluye. Pero por lo pronto por las cifras parecería que ya no estamos en etapa de expansión. Llegan del mundo las exigencias y qué bueno que así sea. Se establecen comparaciones con Hong Kong y Canadá en el 2003 frente al SARS. No deja de haber algo de injusticia simplemente por los niveles de desarrollo de las dos entidades. Los niveles de salubridad, de urbanización y por supuesto la cobertura del aparato de salud no tienen comparación. Tampoco los niveles educativos. Son países con realidades muy distantes de la nuestra. Sin embargo las comparaciones siempre son útiles. El propio secretario de Salud ha reconocido fallas en el aparato de detección.

Las explicaciones podrían ser varias. Lo más elemental y siniestro es el intento de algunos municipios y estados de la República de ocultar. Al no informar con precisión a las autoridades federales sobre los casos y su evolución muy probablemente se provocó un subregistro. Y lo más grave, los enfermos de Influenza AH1N1 pudieron andar por el país y por el mundo contagiando. Después está el asunto de la automedicación tan común en nuestro país. Al haber ingerido antivirales quizá no los adecuados pudieron haber enmascarado el padecimiento además de llegar tarde a la cura definitiva. En parte por allí podría estar la explicación de número de muertos.

Las autoridades han informado que la tasa de confirmación podría rondar el 36% pero esto sólo es sólido cuando se informa de todos los casos y se confirma el AH1N1. De allí la importancia del sistema de información. Una cuestión muy relevante es contar ya aquí con los equipos para la detección del virus, lo cual permite no sólo una detección más certera sino también el inicio del tratamiento a tiempo para lograr la cura. Según me informaban algunas autoridades se ha detectado una muy deficiente costumbre de lavado de manos. Si en todo momento lavarse las manos frecuentemente es un hábito central para la salud lo es aún más en un periodo de epidemia. Las lecciones entonces son muchas.

La semana pasada se desató un fuerte debate sobre la medida del Gobierno capitalino de cerrar lugares de reunión en particular los restaurantes. He visto posiciones encontradas incluso de expertos desde quien dice que fue exagerado e inútil hasta quienes afirman que se trata de una precaución muy encomiable. Por supuesto el costo económico es muy alto. La medida fue altamente impopular. Pero eso habla en mi opinión de la seriedad con la que se asumió desde el GDF la situación. Lo fácil hubiera sido mantener los establecimientos abiertos con la imposibilidad de mantener la distancia mínima entre comensales en la gran mayoría de los establecimientos y lo mismo es válido para las condiciones de higiene en las cocinas. Siendo la Ciudad de México el epicentro de la pandemia me parece que ninguna medida sobra. La competencia entre autoridades de diferentes partidos por implementar las mejores medidas no es perjudicial, al contrario. Esto independientemente de que la colaboración ha estado allí.

El aprendizaje es importante pues, según afirman algunos epidemiólogos, podría haber un segundo brote este mismo año al iniciarse el otoño. Debemos estar preparados. Por los tiempos para la fabricación de la vacuna más vale no fincar demasiadas esperanzas en ella. De llegar a tiempo sería espléndida, pero es mejor hacerse a la idea de que tendríamos que afrontar el potencial nuevo brote sin vacuna. Corregir el sistema de información, acentuar a través del enorme aparato educativo y del de salud las políticas de higiene, en particular el hábito de lavarse las manos, informar sobre la importancia de no automedicarse o incluso limitar la venta de los antivirales parecerían algunas de las medidas de sentido común para los próximos meses. Aunque la expresión nos parezca exagerada tenemos que aprender a vivir con el AH1N1. No hay retorno.

La preocupación por la imagen de México en el mundo es válida. Las consecuencias económicas, por ejemplo en turismo, pueden ser terribles. Pero me temo que esa será una batalla a varios rounds. En este momento lo único que puede hacer el Gobierno mexicano es mostrar seriedad en la información y solidez en las medidas emprendidas. Las diferentes reacciones de los países, como las de China, son difíciles de encausar. Lo que importa es el balance final. Las autoridades municipales, estatales y por supuesto federales de todos los colores, tienen frente a ellos una excelente oportunidad de mostrar al mundo conocimientos, profesionalismo y coordinación. Estaremos en la mirilla varios meses, quizá más, como ocurre a los países encargados de organizar una olimpiada o feria mundial. Ojalá y esa presión sirva a la salud de los mexicanos. Bienvenida

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