Dulce oportunidad. Señalan que la crisis económica es una buena oportunidad para empreder un negocio, como lo hizo el empresario Raul Picard. EL SIGLO DE TORREÓN / ARCHIVO
Alcanzar el éxito y aprovechar las oportunidades en tiempos de crisis no es nada fácil, sin embargo, así es la vida de los empresarios; tal es el caso de Raúl Picard, quien en plena turbulencia económica de los 80 sacó a flote su empresa hoy conocida como R Picard, reconocida por las tradicionales gomitas, lenguas de gato y pasitas cubiertas de chocolate.
Las crisis de hace 20 años y la del nuevo siglo representan para Raúl la oportunidad de innovar y conquistar nuevos mercados.
La dificultades lo llevaron a retrasar por meses la colegiatura de sus hijos, a vender su coche y aprender a transportarse en camión, e incluso se presentó el divorcio.
"Esa es la vida de los industriales. Siempre estamos expuestos a situaciones internas y externas conseguimos créditos y cuando menos nos damos cuenta, estamos a punto de perderlo todo".
Raúl asegura que no obstante el sufrimiento, "las crisis te despiertan, te hacen salir de ese letargo en el que te estás metiendo, porque además no te queda de otra si quieres sobrevivir".
Pese a tener que combatir la actual crisis también con "paros técnicos" los días viernes y sábado, en lo que la economía mundial de este año 2009 se reacomoda, "aún tenemos muchas oportunidades de crecimiento".
Además de conservar la elaboración de las famosas palanquetas de los desayunos del Sistema para el Desarrollo Integral de la Familia (DIF), de las que fabrican un millón 300 mil barras semanales, tiene ya 95 diferentes productos de chocolate para los que produce sobre 130 toneladas de chocolate mensuales.
"Hoy digo orgulloso, que luego de tanto sufrimiento no me equivoqué" y recuerda el puesto que consiguió a los 24 años en Industrias Monterrey como gerente de Ventas, una vez que concluyó su carrera de Ingeniería Industrial en la Universidad Iberoamericana.
"Entré a trabajar a Industrias Monterrey, después de cinco años decidí renunciar, ponerme la bata e ir a levantar la fábrica y ganando 30 por ciento de lo que yo recibía como empleado".
¿Miedo?...no, contesta, "el hecho de ser el dueño de tu propio negocio será diferente y aquí la pregunta es si quieres ser cola de león o cabeza de ratón y yo preferí ser cabeza de ratón; supe que quería tener algo por mí mismo.
A Raúl se le ocurrió continuar con el negocio de los dulces, porque era lo único que sabían hacer. Entonces sacó al mercado las famosas "gomitas" con un éxito rotundo, e innovó la forma de comprar chocolate hecho para cubrir dulces. Total, eso era lo que sabía hacer, y nacen las pasas, las almendras y el cacahuate cubiertos de chocolate.
"Pero no fabricábamos chocolate y le comprábamos el chocolate a otras fábricas para utilizarlo nosotros a través de la fundición. Muy parecido a lo que hacíamos con las medicinas".
La distribución de los productos empezó en el mercado ya conocido, en las farmacias y luego en las tiendas. Entonces la dulcería Zam-fre, los del Tucán, empezaron a crecer en la industria del dulce, todo gracias a la estrategia particular de incursionar en las tiendas gubernamentales, entonces Conasupo, las tiendas del ISSSTE, del Gobierno del Distrito Federal, entre las departamentales de las secretarías de Estado. "Había un mundo de tiendas y como proveedores del Gobierno prácticamente los únicos y le vendíamos al Gobierno por todos lados" e incluso recuerda que empezaron a vender dulces para las campañas políticas. En ese entonces, productos Zam-fre empezó a crecer en función de ese mercado, pero el gusto duró poco. Fue en los años 80 del siglo pasado cuando inició nuevamente la preocupación. El sistema cambió, y la iniciativa privada empezó a expandirse junto con la desaparición, poco a poco, de las tiendas gubernamentales.
Era el momento de volver a cambiar. Nace la marca R Picard, pero lo peor fue la falta de recursos, a lo que asegura se enfrenta en modo momento el industrial.
Un día, recuerda, sonó el teléfono y era un partido políticouscando dulces. Querían millones de bolsas de caramelo que él no fabricaba, en total 250 toneladas para repartir a la gente en lasampañas proselitistas .