Las sociedades tienen procesos de maduración que se pueden evaluar. Las más elementales construyen ciudades y generan patrimonios materiales; las intermedias, una vez atendidas sus necesidades básicas, se dedican a educar a las nuevas generaciones; por último, siendo más desarrolladas, promueven la cultura y obras orientadas a alimentar el espíritu. Quizá, los laguneros, estamos entre la segunda y la tercera.
Es interesante recordar que la Comarca Lagunera, nació desarrollada en muchos aspectos, particularmente en cuestiones de cultura cosmopolita. Con tan sólo unas decenas de años, Torreón, era una ciudad de usos y costumbres internacionales, según las evidencias de servicios de hotelería, que incluían atención para sus huéspedes en distintos idiomas, sofisticadas atenciones de hospedaje y cocina de nivel gourmet.
Igual sucedía con los servicios comerciales, existiendo tiendas departamentales que ofrecían sus mercancías nacionales y de importación; desde ropa y telas hasta instrumentos musicales.
Las posibilidades culturales y de diversión tampoco eran elementales en los primeros años del siglo anterior; calles amplias, bien trazadas y modernamente iluminadas, llevaban a los transeúntes hasta los cines y teatros en los que se presentaban artistas y cantantes de época. El Teatro Princesa, Herrera, Royal, Carpa de la Vega, Cines Rojo o Imperio, antecedente del Isauro Martínez, son ejemplos; orquestas como el Conjunto Granel, de Refugio Aguilar; o la de Cuco Mesta, en Gómez Palacio; La Laguna Jazz Band de Polo Reyes; y otras, amenizaban bailes y deleitaban a escuchas en eventos de gala, reconocidos en el Norte de México.
Juan Antonio Martínez Morales, profesor y músico conocido en el medio, deja asentado el dato: la primera Orquesta Sinfónica de Torreón, "sin recursos ni financiamientos de ninguna especie, se formó y tuvo una larga vida llena de presentaciones, desde 1921 hasta 1957 - 1958".
La Comarca Lagunera debe su existencia al arribo de hombres y mujeres valerosos que debieron vencer obstáculos para desarrollar a la región; el comercio y la agricultura, luego la industria. De ellos ya hemos dialogado en distintas ocasiones, nunca suficientemente.
Hubo otros, los enamorados del arte, que también aportaron para crear las bases de nuestra incipiente cultura, caso del músico Prócoro Castañeda Casales, nacido en 1899, en Cuencamé, Durango, quien emigró a Torreón por la necesidad de aprender y manifestar su arte.
Supe de él por un texto de investigación escrito por "El Pichi", nombre de batalla del profesor Martínez Morales, quien sin grandes apoyos financieros, dedicó tiempo, dinero y esfuerzo para investigar y documentar la vida y hechos de tal personaje, apoyado por Prócoro Castañeda Rivas -hijo del músico-, tocando puertas, revisando archivos, consultando a mayores que recordaban algo de la historia, hasta reconstruirla.
Habrá que reconocer que la investigación hubiera permanecido inédita, a no ser por el ahora diputado Salvador Hernández Vélez -excepción a la regla-, que se sensibilizó y trabajó para su publicación.
"Arenitas del Nazas", es el título seleccionado por el autor y que refiere al nombre de una de las composiciones de Prócoro, de las más festejadas en su tiempo.
El texto consta de tres secciones: luego de las presentaciones e introducciones, podemos interiorizarnos en la vida del músico, compositor, profesor, político y activista sindical, que debió pasar hambre -frecuentemente- durante su adolescencia y vida joven, tratando de abrirse paso en el mundillo de las orquestas musicales de la región. Lo complementa con letras, partituras y documentos fotográficos; finalmente, nos deja apreciar las melodías, en un disco compacto grabado con apoyo computacional.
La vida, en aquellos tiempos, enfrentaba a retos que muchas veces no podían vencerse; Prócoro soñó con perfeccionar sus conocimientos y habilidades, intentando viajar al Distrito Federal, para mejorar su técnica musical; la Revolución Mexicana se lo impidió y regresando de Aguascalientes, debió conformarse con las enseñanzas de maestros locales. Aún así, sobresalió y pasado el tiempo, compartió programas con músicos reconocidos a nivel nacional.
Promotor de algunas de las primeras grandes orquestas de La Laguna, musicalizó películas mudas, amenizó bailes y tertulias. Como profesor de música, introdujo a muchos jóvenes, sobresaliendo la maestra Mercedes Shade, que luego perfeccionó sus habilidades en el Distrito Federal y Nueva York. Ella fue tía de nuestro admirado maestro Ramón Shade, Director Fundador de la Camerata de Coahuila.
El texto da para muchos más comentarios, pero es mejor que usted lo lea y se deleite con él.
Como escribe en el prólogo Fernando del Moral González, lagunero especializado en Arqueología Cinematográfica: "Los estudios o biografías que se han hecho de músicos originarios del Norte de México son escasos, con la excepción, claro está, de un creador de estatura mayor, como el caso de Silvestre Revueltas".
En su comentario, queda un dejo de reproche: la necesidad de que la sociedad regional, con sus organizaciones intermedias, vuelva la mirada al rescate de nuestra historia musical. ¿Qué le parece?