Clasificación:
¡Ah!, el despertar de los recuerdos.
Debe haber sido en 1982 ó 1983 que se estrenó El Despertar del Diablo en Lerdo, quizá en el que aún se llamaba Cine López, si no, en el remodelado Cinema Jardín, hoy devenido Elektra.
El rumor se propagó con velocidad entre quienes éramos menores de edad y no podíamos ir a verla: la película prohibida, la más violenta y sangrienta de la historia, estaba provocando que los espectadores lerdenses, vomitaran, se desmayaran, huyeran, o las tres cosas en ese orden.
Alguno de los compañeros de salón, de aspecto amayorado, logró traspasar el flexible filtro formado por taquillera y recogedor de boletos y vio la película. "Provoca todo lo que se dijo y mucho más", nos mintió al día siguiente.
Lerdito era sacudido por el talento de Sam Raimi, un joven director que con presupuesto ínfimo pero enorme talento, realizó un clásico de horror, mezcla de farsa, gran guiñol y satanismo.
Al Despertar del Diablo le siguen dos secuelas, en las que la creatividad de Raimi fue respaldada por fondos mucho más dignos. Vi la serie completa de Evil Dead después, en VHS; y aunque mi hermano aún puede recitar diálogos enteros de la parte 3, de esa época de Raimi me gusta mucho más Darkman.
Ahora, después de muchos éxitos de crítica y taquilla, y carretadas de dinero ganadas por la trilogía del Hombre Araña, Raimi vuelve a sus orígenes de horror fársico, con presupuesto suficiente y oficio muy pulido, aunque sin la frescura y el delicioso escándalo.
Arrástrame al Infierno es una cinta divertidísima, con momentos de auténtico delirio, que la hacen idónea para ir con los cuates a reírse y asustarse, o a abrazarse con la novia o novio, y divertirse como se hace cuando somos ingenuos, esperanzados, de cuerpo esbelto, sano y gozoso, con apenas quince años a cuestas.
En Arrástrame Al Infierno, una joven y candorosa ejecutiva de banco, de sufrido pasado pero prometedor futuro, escoge un mal día para demostrarle a su jefe que tiene madera de subgerente, y le niega una prórroga de pago a una vieja y repulsiva gitana desesperada.
La anciana lanza una maldición a nuestra heroína, y durante el resto de la cinta perseguirá a la desventurada chica con maleficios cuya amenaza sube de tono alarmantemente, y le acercan al horrible destino que el título promete.
La película no es un ejemplo de horror fino, para nada, como el de la bellísima Déjame Entrar (que sigue en cartelera); pero dista también del terror monótono de las slashers, o de las grotescas cintas de tortura. Es una comedia que espanta, o una cinta de horror que da risa, hecha con toda la intención y el buen cálculo de un maestro. Ahora Raimi estará contento y refrescado, casi casi listo para que los demonios de Hollywood lo arrastren al Hombre Araña 4.
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