(DÉCIMA SEXTA PARTE)
Para muchas personas, las escuelas en sus diversos niveles vienen a representar la comodidad de un sitio, en el que los hijos pueden ser depositados por un determinado período de tiempo, de manera que las madres o los padres puedan disfrutar en el Inter. de la libertad y tranquilidad que les da tal espacio, ya sea para trabajar, para estudiar asimismo, para hacer deporte, para efectuar las labores domésticas, para visitar a las amistades, para cualquier otro tipo de actividad en la que los hijos pueden convertirse en un estorbo hasta cierto punto, para dedicar ese tiempo a sí mismos o simplemente para descansar y no hacer nada. Para otras personas, las escuelas juegan un rol muy importante como instituciones de orientación y educación para los hijos, como el canal o camino que los irá preparando para su formación en el futuro. Para tantas familias, las escuelas se convierten en núcleos de relaciones sociales, en las que los hijos podrán codearse con chicos o chicas de su mismo nivel, de modo que logren mantener determinado tipo de estatus o de imagen marcado por la familia de la que provienen. Igualmente, las instituciones educativas en tantos casos pueden ser consideradas como depósitos de conocimientos de todo tipo, sean generales o más específicos sobre el aprendizaje de idiomas, especialmente el inglés, tan importante en nuestra sociedad, o la religión a la que pertenezca o diga pertenecer, conocimientos que cada estudiante debe absorber e ingerir en ocasiones hasta el hartazgo. Hay también quienes consideran a las escuelas como un mal necesario, que forma parte de las rutinas y hábitos de nuestras vidas y tradiciones, sin que realmente jueguen un papel necesario. Y así sucesivamente, podemos encontrar múltiples y muy variados conceptos y perspectivas de lo que significan las escuelas y las instituciones educativas para cada individuo o familia, de acuerdo a su educación, a su formación y costumbres o a sus mismas necesidades y expectativas.
Debido a esta variedad de conceptos, y desgraciadamente en un alto porcentaje de los casos en nuestro medio, todavía existe un marcado divorcio entre las escuelas y los hogares, a pesar de que ambas llevan a cuestas una fundamental función social al hacerse cargo de la formación y la educación de los individuos. En muchas familias todavía en nuestra época, no se alcanza a comprender la correlación y la conexión que ambas instituciones tienen en común, y la prolongación que una representa para la otra, con los beneficios y las ventajas respectivas, precisamente dirigido hacia ese objetivo común que es el de la orientación, la educación y la ...
