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Ataque al Libro de Jetas

EL COMENTARIO DE HOY

FRANCISCO AMPARÁN

La semana pasada, el mundo cibernético fue puesto patas arriba debido al ataque sufrido por una serie de servicios de comunidad social de la Internet. Twitter, Facebook y otros sitios dedicados al chisme, la chorcha y la comunicación urgente de inanidades, resultaron dañados por un hacker todavía desconocido. Millones de usuarios en todo el mundo se pararon de pestañas porque no podían colgar las fotos de su perro o avisarles a sus amigos que ya habían bajado medio kilo en tres semanas de dieta.

A un servidor, la verdad, el asunto ni le viene ni le va. Básicamente, porque no sé manejar, ni me interesa aprender, esas herramientas en que se embeben y emboban gentes de cien mil raleas, como diría Serrat. A mi correo electrónico a cada rato llegan mensajes con el encabezado: "Fulano de Tal te ha añadido como amigo a su Libro de Jetas (Facebook). Necesitamos confirmar que conoces a Fulanito para que ingreses como su amigo

A) En muchas ocasiones, el nombre de Fulanito de Tal me resulta completamente desconocido. O a lo mejor me suena

B) El nombre es de una persona conocida; pero no le veo caso a meterme en una comunidad virtual para recibir noticias de la salud de su gato. Si eso me interesara, le hablaría por teléfono para ver cómo sigue el micifuz

C) Sencillamente eso de andar haciendo clic en múltiples ligas con el propósito de formar parte de una colectividad de amigos, enemigos, desconocidos y mirones me da escalofríos. Ese tipo de manifestaciones cibernéticas me parecen todas cosas del demonio y añagazas de Satanás. Por eso, desde aquí mis disculpas a quienes me han invitado a sus Libros de Jetas: gracias, pero no. Chango viejo no aprende maroma nueva.

El ataque de la semana pasada al parecer estaba dirigido a silenciar a un bloggero de la República de Georgia, el cual se dedica a criticar asuntos tan importantes para la Humanidad como la secesión de Abjasia y la intervención rusa en Osetia del Sur. Y para que cesara de ventilar asuntos que millones de adolescentes se mueren por saber, dejaron sin una parte importante de su vida a los susodichos millones de adolescentes

El caso es que, mientras se compuso la situación, innumerables personas se quedaron viendo como hechizados las pantallas paralizadas de sus monitores, preguntándose cómo podrían sobrevivir sin poder notificarle a cientos de desconocidos que se acababan de apachurrar un dedo con la puerta. ¡Qué desgracias, qué dificultades, qué angustias tiene la vida contemporánea!

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