¿Se acuerda usted de la tórrida batalla librada por los trabajadores del Seguro Social en agosto de 2004 para impedir la aprobación por parte del Congreso de una reforma que plantearía un nuevo esquema para atender sus jubilaciones y pensiones?
¿Se acuerda que en aquel entonces se dijo que con las modificaciones a los artículos 277 B y 228 K de la Ley del Seguro Social, éste frenaba la posibilidad de colapso financiero, al no empatar los ingresos del fondo con los requerimientos para hacer frente a los compromisos a futuro?
Bien, pues hete aquí que el déficit, ubicado hace una década, cuando se prendió el alerta roja, en 250 mil millones de pesos, y hace cinco en 560 mil, hoy alcanza un billón 199 mil 600 millones de pesos, es decir, la tercera parte del presupuesto del Gobierno en un año normal.
En la carambola, naturalmente, el organismo tripartita está obligado a constituir reservas para atenuar la carga, en detrimento de su ingreso.
Las cuotas obrero-patronales, las aportaciones del Gobierno Federal y aún los productos de inversión, para financiar el retiro de los trabajadores del Instituto. Solamente el año pasado la atención en el renglón requirió una erogación de 26 mil 367 millones de pesos, que representaron tres tantos de los ingresos del organismo.
Desde otro ángulo, mientras los recursos destinados a la nómina crecieron en términos nominales a una tasa promedio de 12%, los ingresos propios lo hicieron a sólo 7%.
El tobogán, pues, parece vertical.
Bajo ese marco, el Seguro Social está muy lejos aún de regresar al escenario de 1.85 camas por cada mil derechohabientes que tenía en 1980, por más que entre 2006 y 2008 se logró crecer de 0.83 a 0.85 camas.
En el escenario de precariedad se da el caso que en la zona Oriente del Estado de México, una de las más pobres del país, existan apenas 0.48 camas por cada mil habitantes, por más que en Querétaro sólo hay 0.43.
Para alcanzar un mediano equilibrio, es decir, una cama por cada mil afiliados, se requerirían 7 mil 600 camas adicionales, equivalentes a la construcción de 53 hospitales, cuyo costo alcanzaría más de 45 mil millones de pesos.
Por lo pronto, a partir de 2007 el instituto inició un patético esquema denominado “Hospital sin ladrillos”, una de cuyas vertientes habla de aprovechar espacios vacíos o reacomodos de los mismos, para aumentar el número de camas, es decir, hacinar a los enfermos al estilo de las salas de emergencia.
La segunda es aún más dramática: transformar las camas para los servicios de pediatría, ginecología y obstetricia hacia reclamos de mayor demanda, es decir medicina interna y cirugía.
Mujeres y niños en segundo plano.
Más allá, en el papel se plantea la posibilidad de visitar domicilios para enfermos crónicos, lo que implica el evitar que calienten camas. El problema es que en la práctica podrían pasar seis meses antes de que le toque el turno a un anciano.
Por lo pronto, de cara a los costos que representa el pago de jubilaciones y pensiones y la atención médica para jubilados, el Seguro Social alcanza un pasivo actuarial para los próximos 50 años por el escándalo de 3 billones 380 mil millones de pesos, equivalentes a 28% del PIB de 2008.
Evitar el colapso implicaría elevar en este momento la contribución obrero-patronal en el capítulo, del 1.5 actual sobre el salario base de cotización a 3.6 por ciento, es decir más del doble.
Ahora que de acuerdo a los auditores externos, habrá que empezar a incrementar gradualmente la prima a partir de 2010, hasta quintuplicarla.
En 2050 la exigencia llegaría a 22.8%.
Desde otro ángulo, aunque el año pasado el instituto logró un inaudito remanente de operación de 220 millones de pesos, lo que no empata con sus graves carencias, si se proyectan sus resultados de cara al pasivo laboral que enfrenta, se alcanzaría, ¡válgame Dios!, un déficit de 470 mil 454 millones de pesos.
Ahora que este año se espera un déficit sobre gastos de 3 mil 791 millones de pesos, dada la dramática caída de ingresos provocada por la catarata de despidos.
El problema es que a éste hay que agregarle la exigencia de la Secretaría de Hacienda de constituir reservas por 5 mil 32 millones de pesos.
El faltante de operación, pues, alcanzaría 8 mil 822 millones de pesos.
Lo inaudito del asunto es que planteada año con año la patética situación financiera del organismo al Ejecutivo y al Congreso, ni uno ni otro han buscado una solución a fondo para evitar que la bola de nieve se vuelva alud.
Total, mañana quién se acuerda.
Balance general
Aunque en el papel la larga espera para hacerse públicas las listas de los titulares de los contratos de subrogación de las guarderías del Instituto Mexicano del Seguro Social obedeció a la cortesía de empatar su entrega con la comparecencia ante el pleno de la Comisión Permanente de su director general, Daniel Karam, en la práctica se aprovechó el paréntesis para expulgarlas.
En el ejercicio intervino la Secretaría de la Función Pública.
Dicho con todas las letras, se borraron los apellidos que involucran a políticos relacionados con el Partido Acción Nacional o con personajes afines a su causa, considerándose sólo los que cayeron de la gracia de Los Pinos.
En el escenario están ex directores del instituto; ex gobernadores, ex secretarios de Estado, ex directores de empresas paraestatales…
Como usted sabe, hasta 2001 no había concursos, simplemente designaciones empujadas por poderosos padrinos, a las que seguía, obtenido el contrato, la renta de la casa.
Difícil para Cemex
El problema para Cementos Mexicanos, en su intención de demandar a la firma austriaca Strabag por incumplimiento de contrato, al rajarse de comprar Cemex Austria y Cemex Hungría, es que el asunto rebasó a la firma, es decir, fue la autoridad antimonopolios quien la obligó a cancelar la operación.
Dicho más fácil, por mí no quedó.
Sin embargo, la firma mexicana alega que la empresa rebasó el plazo fijado para presentar la solicitud a la autoridad, lo que la colocó de espaladas al callejón.
Sobrecargos en guerra
Rechazada la exigencia de Mexicana de Aviación de un plan de ahorros por 25 millones de dólares con cargo a su personal de vuelo, la Asociación Sindical de Sobrecargos de Aviación le dijo no a su vez a una propuesta de Aeroméxico.
Estamos hablando de recibir durante los próximos tres años un incremento salarial equivalente a la inflación más un punto.
En el jaloneo, las líneas aéreas están optando por despidos masivos, lo que se opone a la promesa al gobierno de mantener intacta la nómina a cambio de apoyos crediticios de Nacional Financiera.