EL PRESIDENTE CALDERÓN Tomó finalmente la decisión de no visitar la Comarca Lagunera. En su gira de la semana pasada al estado de Coahuila se plantó en Saltillo y nos dejó a todos como novias de rancho: vestidos y alborotados.
LAS COSAS NO ERAN Para menos. La plaza de La Laguna ya no es muy atractiva para ningún funcionario de la federación, mucho menos para el jefe del ejecutivo. Como en el caso que nos ocupa la visita no era para bautizar al hijo de algún distinguido panista, como fue el caso del "primer compadre del país" el senador Guillermo Anaya, poco interés tenía de andar por estos lares, ahora convertidos por gracia y milagro de las dos últimas administraciones, en un verdadero campo de guerra. Sería por eso que nuestro presidente optó por tomar las aguas más tranquilas en la peronera capital y pasearse a placer por aquellos territorios acompañado por el gobe Humberto Moreira, quien sí tuvo la oportunidad de exponerle los asuntos de la inseguridad y de la industria automotriz tan importante para la economía de Coahuila.
PERO HASTA AQUELLA Ciudad dirigieron sus pasos los inquietos luchadores sociales de la Iniciativa Privada, acompañados por algunos otros que históricamente se han caracterizado por todo lo contrario, por su falta total de iniciativa.
NO OBSTANTE Las dificultades propias del protocolo que impone Los Pinos, en el foro saltillero algunos laguneros pudieron exponer sus quejas, aunque de una manera apresurada y sujetos a una agenda presidencial apretada, cosa que no les permitió explicar nuestra problemática en toda su terrible realidad.
SIN EMBARGO Y con el fin de que no se olviden los asuntos más urgentes que por estas fechas ahogan a los laguneros, y que el presidente Calderón debió haber oído y conocido de primera mano de los propios laguneros, estamos obligados a recapitular sobre el punto más sentido de todos: la inseguridad. Ello con la ingenua esperanza de que algún día lleguen hasta las oficinas presidenciales de los Pinos y se les pueda poner remedio.
LOS LAGUNEROS Querían tenerlo presente para reiterarle, que siguen sufriendo día y noche balaceras por todos los rumbos de la ciudad, como si Torreón fuese un pueblo perdido en el viejo Oeste del siglo XIX; decapitados y muertos son tirados en el lecho del río Nazas; decenas de "puchadores" son acribillados en cualquier esquina, a cualquier hora y en todos los barrios por sus riñas entre sí; continúan inmisericordes los "levantotes" y los secuestros a los laguneros, y con ellos, la extorsión a sus familias, todo esto sin que las autoridades federales ni locales; no hagan algo.
LOS LAGUNEROS Querían contarle de manera personal, que México en lo general y cientos de sus ciudades, se han divido en dos grandes territorios: Uno manejado por la delincuencia organizada y también por la desorganizada, las que se desempeñan de manera libre y sin ser molestadas. Ellos se han venido desempeñando a la sombra casi de manera invisible, imponiéndose al Estado de Derecho e imponiendo el miedo al corazón de la sociedad. Este es el mundo de los lobos.
EL OTRO MUNDO Es el fantasmagórico que para su mera supervivencia tiene que practicar la política del avestruz: enterrar la cabeza en la tierra y aceptar que aquí no pasa nada. Este es el mundo de los borreguitos. Es el territorio de la legalidad, entre comillas y en donde la Ley se aplica. Los malosos no están dentro de este mundo o marco jurídico toda vez que a ellos es imposible aplicarles la Ley. Dentro del marco de los borreguitos están todos los que viven de su propio trabajo. Tales son los obreros, pequeños empresarios, los profesionistas, los pequeños comerciantes; todos aquellos que pagan sus impuestos; los que cotizan al IMSS y al Infonavit, los estudiantes que quieren cursar una carrera. Ellos sí son sujetos a las normas de derechos y si las vulneran de inmediato el Estado les aplicará las penas y sanciones. Los malosos pueden hasta asesinar, sin que la Ley los toque ni con el pétalo de una rosa.
ESTO ES SÓLO ALGO De lo que querían los laguneros exponerle al presidente Calderón para demandarle su pronta solución. También querían los laguneros recordarle aquel vigente reclamo nacional de:
¡SI NO
PUEDEN, RENUNCIEN! Lástima que no haya venido. Quizá será en otra ocasión.
"Cuando una multitud ejerce la autoridad, es más cruel aún que los tiranos".
Platón (428-347), Filósofo griego.
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