De primera intención, las medidas dictadas por Obama, para distender la situación con Cuba, se antojan tibias, insuficientes para lograr un resultado real.
Pero luego, se puede pensar que, como todo en la vida, por algo se empieza. Dice un dicho italiano, que: Quien va despacio llega lejos (Qui va piano, va lontano).
Cuba ha resistido durante casi cincuenta años, a un bloqueo criminal contra un pueblo indefenso, sólo por el capricho de unos cuantos, tanto fuera como dentro de la isla caribeña.
Conocí Cuba cuando todavía resonaban en ella los gritos de: "Patria o muerte, venceremos" y "Hasta la victoria siempre". Fui testigo de las manifestaciones de un pueblo armado y dispuesto a dar su vida por la patria, cuando los gringos invadieron Granada en el ochenta y tres.
Nunca vi mística más fuerte y mayor determinación para defender un suelo patrio y el principio de autodeterminación.
Por eso y por el tiempo transcurrido, pienso que la Casa Blanca ya debería haberse convencido de que mediante el hostigamiento y el bloqueo comercial, no se doblega a un pueblo.
Muchas son y han sido las carencias de la isla, pero nunca ha carecido de dignidad.
Washintong va en contra de la opinión mayoritaria de los norteamericanos, pues el 68% de la población reprueba el bloqueo.
De hecho el capitalismo de ese país, se priva de muchas ganancias que podría obtener de la isla al impedírsele hacer negocios en ella.
En cambio España y Canadá, entre otros estados, han aprovechado bien esta situación y tienen muchas inversiones en la mayor de las Antillas.
Nadie estaría de acuerdo en que Cuba volviera a ser el burdel de los gringos y un gran casino controlado por las mafias norteamericanas, pero sí, un país con el que se pudiera comerciar, como se hace con muchos otros del mundo.
Sin embargo, Fidel Castro quiere todo a cambio de nada y eso no es posible. Tiene él también que ceder en aspectos tan importantes como el del respeto a los derechos humanos y al voto popular libre.
Además, poco le queda como para que se ponga sus moños. Ya no es la figura señera que bajó de Sierra Maestra, a devolverle su espíritu de lucha a un pueblo exprimido y sumido en la corrupción por Batista.
Siempre he pensado que a Fidel le hubiera gustado morir como el Che Guevara: Con las armas en la mano y peleando por la libertad de un país hermano. Pero es muy probable que muera en una cama de hospital vencido por las enfermedades de la vejez. Los buenos guerrilleros no mueren así.
Salvo su hermano Raúl, la mayoría de sus compañeros que participaron en el asalto al cuartel Moncada ya se ha ido. Algunos en forma trágica, como Camilo Cienfuegos; otros, como el Che, envueltos en la mortaja de la inmortalidad. El viejo dictador ha quedado casi solo envuelto y atrapado en su propia telaraña.
Pero volviendo al camino real, Obama ha dado un primer paso, incipiente, en apariencia intrascendente, pero es un paso. A diferencia de Bush que hizo todo lo contrario.
Cuba merece su libertad y abrirse al mundo con todos sus riesgos y sus ventajas. No puede seguirse estrangulando a todo un pueblo, sólo por las ideas políticas que profesa.
La comunidad internacional tiene que impulsar los cambios necesarios para que todos los pueblos puedan buscar su felicidad, de acuerdo a sus propias determinaciones.
La Cuba que huele a ron, tabaco y agua salada, debe quedar libre de cualquier atadura que la sojuzgue; y debe volver a sonreír, bajo un cielo límpido, en un ambiente de fiesta que todo lo inunda y contagia.
Debe ya cambiarse el sentido de aquella parte final de un verso de Sabines, en el que éste afirma:
"Cuba de pie, de frente,
De corazón, entera,
Cuba de pie ha quedado.
Cuba rodeada de enemigos,
Cuba sola en el mar,
Cuba ha quedado."
Por lo demás, "Hasta que nos volvamos a encontrar, que Dios te guarde en la Palma de Su mano".