Al cancelar el timbre postal por el 50 aniversario del Canal Once y participar en la presentación de la nueva programación e imagen de Once TV México, el presidente Felipe Calderón ponderó la televisión pública e instruyó a los secretarios de Educación, Gobernación y Comunicaciones y Transportes "a que se pongan de acuerdo y a ver a qué piedra se suben, pero que ojalá Canal 11 pueda verse en todo el territorio nacional como una señal abierta".
Por primera ocasión, desde que Carlos Salinas de Gortari decidió privatizar Imevisión (dos cadenas nacionales: canal 13 con 90 canales de televisión en todo el país; y el 7, con 78) el 18 de julio de 1993, hace casi 16 años, un presidente de la república piensa en la posibilidad de construir una televisión pública nacional.
Y hay que empezar por dejar claro el término: pública, no del Gobierno o, todavía peor, del partido en el Gobierno. Pero televisión (o medios de comunicación) pública tampoco implica únicamente la difusión de contenidos educativos y culturales, éstos pueden formar parte e incluso pueden ser el único objetivo de algunos de los medios públicos, pero no pueden ser exclusivamente éstos.
Un medio público o un sistema de medios públicos debe contemplar desde luego los contenidos educativos y culturales, pero también la construcción de un espacio público: incluyente, transparente y común, es decir, recrear el ágora de las sociedades griegas, pero en el Siglo XXI. Un espacio abierto a todo el que quiera participar y donde se discuta el futuro de la comunidad, es decir, convertir a los medios públicos en el centro de la vida social, cultural y política de la comunidad.
En las ciudades griegas, particularmente el más famoso de todos el de Atenas, el ágora era la plaza que se ubicaba en el corazón de la ciudad, donde se realizaban las asambleas ciudadanas, se reunía la población y se decidía el futuro de la comunidad; todos podían asistir, la agenda se determinaba de común acuerdo y las decisiones se tomaban a la vista de todos.
Hoy este encuentro será virtual, a través de los medios de comunicación, pero igualmente tiene que ser un espacio común, es decir, no determinado por las agendas particulares o grupales de unos cuantos; incluyente, es decir, debe estar abierto a todos, nadie debe ser excluido a priori o por profesar ideas diversas a las de los coordinadores del espacio; y, desde luego, transparente, es decir, el proceso decisional, el manejo de los recursos, la determinación de la agenda, todo debe ser escrutable, verificable.
En su intervención Calderón señaló "
Por eso tiene que fortalecerse, por eso tiene que ampliarse, por eso tiene que difundirse, constantemente renovarse y enriquecerse."
Y sin menospreciar los logros del Canal 11 ni dejar de reconocer la apertura de espacios alternativos al duopolio televisivo, también éste dista mucho de ser "televisión pública
Aunque existen programas educativos y formativos de gran calidad que de ninguna manera se puede dejar de reconocer su valor; aunque sus barras de noticias, opiniones y discusión son más ponderadas y menos excluyentes que las de las televisoras privadas; aunque su programación no se decide exclusivamente bajo el criterio del rating ni los mueve al afán de lucro, lo cierto es que la lógica que priva sigue siendo la misma: son el resultado de las decisiones que toman exclusivamente las altas autoridades (titulares de la SEP, IPN y Canal 11) sin tomar en cuenta a la audiencia, informar de sus procesos decisionales o hacerlos partícipar en ellos.
Quizá por ello el impulso sigue dándose al Canal 11, integrada a la estructura formal de la administración pública federal y, por lo mismo, sujeto directo de las decisiones presidenciales, desde la designación de su dirección hasta la posibilidad de incluir o excluir voces y temas en su programación; y no a los medios de la UNAM, institución autónoma, no sujeta a la intervención gubernamental.
En cuanto a los contenidos, ni siquiera en los conceptos se incluyó en algún momento la idea de ampliarlos más allá de los contenidos educativos, culturales y noticiosos tradicionales.
Nadie mencionó la posibilidad de convertirlo de un foro de discusión para las definiciones políticas pendientes en la vida nacional o el incorporar nuevas formas de participación ciudadana en el ejercicio periodístico, que sin duda también es una de las vocaciones centrales de los medios públicos, como el periodismo público (o cívico como es conocido en los Estados Unidos) o el periodismo ciudadano, emergente a partir del surgimiento y generalización de las nuevas tecnologías de la comunicación e información.
Así bienvenida la idea de construir una televisión pública nacional en señal abierta, sin duda ésta (la pública) debe priorizarse sobre la llamada tercera cadena de televisión comercial, pues permitirá transmitir "aquellos contenidos que difícilmente serían exhibidos en otras partes"; pero en paralelo a la solución de los problemas técnico-legales, para encontrar la forma de ampliar al señal abierta a todo el territorio.
Hay que discutir el modelo de televisión pública que deseamos y eso implica el modelo integral: pertenencia o no a la administración pública federal, forma de determinación del presupuesto, integración de su órgano de Gobierno, formas de definición de su programación, entre otros de los aspectos centrales.