EDITORIAL Caricatura editorial columnas editorial

Calderón voluble

PLAZA PÚBLICA

Miguel Ángel Granados Chapa

El martes pasado en la ciudad campechana de Escárcega, el presidente Calderón atribuyó a la Oposición el defecto de la reforma petrolera que obliga, son sus palabras, a construir refinerías una por una en vez de las tres o cuatro que el sector privado erigiría simultáneamente, una de las cuales "muy probablemente" hubiera correspondido a Campeche.

Calderón ha expresado opiniones cambiantes sobre la oposición a su Gobierno y en particular a la oposición a su propuesta de reforma energética. Su veleidad es manifiesta, pero quizá explicable, según concluiremos tras reproducir y examinar algunas de sus tomas de posición a este respecto.

El 28 de octubre pasado, al cabo del proceso legislativo sobre la reforma energética Calderón colocó estrellitas sobre la frente de siete de los ocho partidos representados en el Congreso federal, con la sola excepción del Partido del Trabajo:

En mensaje difundido en cadena nacional dijo el Ejecutivo:

"Yo quiero hacer un reconocimiento a las señoras y señores legisladores que han apoyado esta importante reforma para el país. Desde luego, a los legisladores del partido Acción Nacional, con cuyo respaldo he contado permanentemente. A los senadores y diputados del Partido Revolucionario Institucional, que también han estado impulsando reformas de fondo, así como a los legisladores del Partido de la Revolución Democrática, que han dado un paso muy importante a favor de la alternativa del diálogo y de la propuesta".

Extendió su reconocimiento, en ese orden, a los legisladores del Partido Verde, Partido socialdemócrata, Nueva Alianza y el partido Convergencia "que votaron a favor de esta reforma".

Y con grandilocuencia concluyó que "Gracias al patriotismo, a la visión y a la altura de miras de nuestros legisladores, México ha alcanzado un logro que bien puede calificarse de histórico. Con la reforma gana la economía y ganamos todos los mexicanos

En la misma línea respondió a su predecesor Ernesto Zedillo en Davos, durante el esquech que montaron a fines de enero para hacer las delicias de chicos y grandes, del público nacional y extranjero. Además de ufanarse de que el rescate bancario mexicano haya sido más costoso que el de Estados Unidos (como si se tratara de una competencia de aplicación masiva de recursos públicos a empresas privadas) hasta llegar a significar el 20% del Producto Interno Bruto, el director del Centro de estudios sobre la globalidad de la Universidad de Yale, donde alcanzó el doctorado en economía, se permitió una pregunta personal a Calderón: "¿qué se siente tener que lidiar con la Oposición?".

A esa incisiva interrogación el actual ocupante de Los Pinos respondió:

"Yo me siento muy a gusto con la Oposición porque está teniendo una actitud muy responsable. Hemos aprobado en el Congreso varias reformas y usted sabe qué difícil era aprobarlas".

Insistió en que ante sus opositores se sentía "muy cómodo". Lo dijo antes de contradecirse al comparar la sensación que experimenta un político según se encuentre en la Oposición o en el Gobierno, lo que dio lugar a una rectificación referida a una presunta mala traducción, pues el intérprete según la casa presidencial oyó infierno donde debió oír suelo (hell en vez de soil):

"Alguien dijo que cuando estás en la Oposición estás en el cielo, y cuando estás en el Gobierno estás en la tierra, en el suelo" (o en el infierno).

Subrayemos de paso, ya que no es el tema de estas líneas, la irresponsable frivolidad de aplicar a la historia mexicana la identificación entre el cielo y la actividad opositora. Como en otras épocas de nuestro pasado, a lo largo del priato y especialmente en algunos momentos cruciales ser opositor significó aceptar vivir en un infierno, por la persecución, el hostigamiento, la precariedad de la vida política y personal. Durante el Gobierno de Carlos Salinas sólo en el sentido religioso pudo ser verdad que estar en la Oposición era estar en el cielo, por los cientos de perredistas muertos y desaparecidos.

En sentido contrario a esas afirmaciones, Calderón se quejó el martes pasado ante los campechanos de las maldades de la Oposición en torno a la reforma energética:

"La propuesta que yo envié al Congreso de la Unión posibilitaba que se construyeran refinerías sin tener que depender de los recursos del Gobierno

Conforme a esa voluble opinión calderoniana, los partidos señalados por él pasaron de tener patriotismo, visión y altura de miras a ser estorbos al progreso de los campechanos. Tocará a éstos, el próximo cinco de julio, pasar la cuenta a los partidos que infirieron tamaña ofensa a los habitantes de la entidad que la familia Mouriño escogió como patria adoptiva. Es que en esa fecha, además de elegir diputados federales, los ciudadanos de Campeche renovarán el poder ejecutivo local. Y no habría mejor homenaje a Juan Camilo, el amigo del alma del Presidente, que ese estado fuera gobernado por un panista, de preferencia uno que sea bendecido por los propietarios del Grupo energético del sureste.

Leer más de EDITORIAL

Escrito en:

Comentar esta noticia -

Noticias relacionadas

Siglo Plus

+ Más leídas de EDITORIAL

LECTURAS ANTERIORES

Fotografías más vistas

Videos más vistos semana

Clasificados

ID: 412448

elsiglo.mx