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Cambia el mapa de familias mexicanas

Las familias mexicanas han cambiado en los últimos años. (El Universal)

Las familias mexicanas han cambiado en los últimos años. (El Universal)

EL UNIVERSAL

Crecen las de pocos hijos y disminuyen las grandes debido a la situación económica.

MÉXICO, DF.- Hace 20 años, Manuel Bonilla vivía con su esposa, sus dos hijas y su perro en una casa que compró a crédito en el Estado de México. Él trabajaba, ella era ama de casa y las niñas asistían a escuelas públicas. Los fines de semana solían salir a pasear en su coche y veían películas en el sofá de la sala. Eran una familia tradicional.

Pero cinco años después, su vida cambió. Hoy Manuel vive solo porque un día, sin más motivo que el desamor, su esposa emigró con sus dos hijas a Estados Unidos y formó una nueva familia en ese país. Él, ahora de 62 años, vendió al perro y aprendió a cocinar.

Muchos viven solos

Los Bonilla, como muchas otras familias mexicanas, han cambiado a lo largo de los años. Mientras aumentan los hogares conformados por una sola persona, las familias tradicionales se han ido haciendo menos.

En 1990, reporta el INEGI, 75% de las familias mexicanas era tradicional (papá, mamá e hijos), para el año 2000 constituían 69% y, en 2005, habían disminuido a 68%. En cambio, los hogares unipersonales se han incrementado, pues aunque en 1990 no se les contabilizó, en 2000 representaban 6.3% de los hogares y, en 2005, dieron el salto a 7.5%.

El Consejo Nacional de Población (Conapo) atribuye el aumento de hogares unipersonales al envejecimiento poblacional —los adultos mayores que ahora viven más tiempo se ven obligados a buscar un hogar—, a la postergación de la primera unión —antes de compartir un techo con otra persona deciden vivir solos— y a la propensión creciente de la ruptura de las uniones —las parejas que pasan por un fracaso matrimonial regresan a la soltería antes de conformar otra familia.

El 44% de esos hogares está conformado por 778 mil personas mayores de 60 años. Conapo señala que esta situación es preocupante porque, además de las limitaciones físicas y enfermedades propias de la senectud, quienes carecen de compañía deben enfrentar la soledad.

Las políticas demográficas también han puesto su grano de arena para transformar estos núcleos sociales en México. En 1970 el tamaño de la familia promedio era de 5.2 miembros y, en 1990, de 5.1. En 2000, los hogares tenían en promedio 4.5 miembros y, en 2005, disminuyó a 3.8 integrantes.

Optan por tener pocos hijos

Édgar y su esposa Berenice tienen dos años de casados. Ellos decidieron tener un solo bebé porque, aunque a veces piensan en la posibilidad de tener un segundo hijo, optan por ponerse a hacer cuentas. El costo de los partos, de las colegiaturas, de los alimentos y de la ropa suelen desalentarlos a buscar convertirse en una familia más numerosa.

Las familias extensas también han disminuido. En 2000 representaban 24.5% de todas las familias y, en 2005, bajaron a 23.6%.

La crisis también causó estragos en la conformación familiar porque hay un porcentaje menor —pero con tendencia a crecer— de hogares llamados corresidentes, donde habitan personas que no tienen ningún lazo consanguíneo entre sí, pero que comparten el mismo techo para dividir los gastos.

Hay otras familias que nadie ha contabilizado, pero cuya presencia es cada vez más evidente en nuestra sociedad. Se trata de los hogares reconstruidos, aquellos creados por dos personas divorciadas o separadas, con hijos o no, que deciden unirse y formar una nueva familia.

El Conapo estima que este tipo de familia tiende a aumentar debido al incremento en el número de divorcios y a que la edad promedio de quienes tienen un rompimiento matrimonial es de 36 años en los hombres y de 33 años en las mujeres.

Clara Jusidman, experta en política social, señala que en medio de esas transformaciones, es cada vez más evidente que las familias no cumplen con su propósito de brindar cariño y protección a sus miembros. “El rol que tienen las familias en la sociedad mexicana es importante, pero no significa que hagan bien su labor. Hay mucha violencia, autoritarismo y muchas mamás consideran que sus hijos son de su propiedad”.

Familia extensa:

Los Andrade Loyo

Cuando la familia Andrade Loyo se sienta a comer se sirven 41 raciones de comida. En 2000, había en México 6.8 millones de hogares extensos integrados por personas de por lo menos tres generaciones, entre padres, hijos, hermanos, cuñados, yernos, suegros y nietos.

En 2005, el número de familias numerosas se redujo a 5.5 millones. Guerrero ocupa el primer lugar en el número de familias numerosas con 26.8%.

En Acapulco, la señora Sara de 70 años encabeza a la familia Andrade Loyo y su último integrante es la bisnieta Amiel Rubí de seis meses de edad. Habitualmente frases como “Donde entran uno entran todos” y “Todo cabe en un jarrito sabiéndolo acomodar” son repetidas por los integrantes de esta familia numerosa. “Muchas ventajas tiene ser una familia numerosa, se pueden repartir los gastos y aminorar las penas”, dice Tere, una de las hijas de Sara.

La comida no les ha faltado, pero además presumen los beneficios: los gastos se reparten entre las cabezas de familia y lo que puede ser una simple reunión se puede convertir en un pachangón.

Familia monoparental:

Los Munguía

Tania es mamá y papá. En junio del año pasado, en el colegio de su hijo, le celebraron el Día del Padre porque la mayor parte de los padres de familia eran madres solteras y su número a nivel nacional crece.

En 2000, 14.6% de los hogares eran monoparentales, donde vivía un papá o una mamá con sus hijos. En 2005, la cifra aumentó a 16%. En Morelos hay muchas mujeres a cargo de sus hijos (14.5%). Tania se separó de su esposo “por incompatibilidad de caracteres” y desde entonces se hace cargo de su hijo Emilio.

Aunque cuenta con el apoyo de su mamá y amigos, entre semana tiene que correr para llegar puntual a la escuela de su hijo porque le cobran multa si llega tarde por él. Emilio, hasta ahora, no ha cuestionado la ausencia de su papá.

Familia tradicional:

Los Alcántara

Son casi una especie en peligro de extinción. En 1990, 75.3% de las familias eran nucleares, es decir, formadas por papá, mamá e hijos. En 2000 ese porcentaje bajó a 69.9% y, en 2005, se redujo a 68.2%.

Guadalajara es la segunda entidad del país con el mayor número de familias nucleares o tradicionales (66.8%).

Édgar y Berenice tienen dos años de matrimonio y un hijo de un año. Rentan una casa en Zapopan y sus fotos familiares incluyen perro y vehículo propio. Él es empleado en una tienda y ella es ama de casa, pero ese esquema tradicional se romperá cuando su hijo vaya a la escuela y ella tenga que trabajar para contribuir con los gastos del hogar. “Ahorita nosotros tres vivimos bien, pero si queremos comprar nuestra casa, los dos tenemos que trabajar”. Por lo pronto, la idea de un segundo hijo tendrá que esperar.

Familia en unión libre:

Los De la Cruz

Estas familias crecen a un mayor ritmo en comparación con las parejas que se casan. En 1970, 45.1% de la población en México era casada y en 2000, 45.6% vivía en esa condición. Esto quiere decir que en 30 años, la población casada creció sólo 0.5%. En cambio, en la década de 1970, 7.9% de las parejas vivía en unión libre y, en 2000, aumentó a 10.4%. En 30 años crecieron estas parejas 2.5%. Según el INEGI, Coahuila es el estado con mayor número de uniones libres, pues 8.1% de sus parejas viven en esa condición.

En Saltillo, la capital del estado, Norberta Vázquez y Jaime de la Cruz comparten su vida. Dicen que en 32 años de vivir juntos nunca les ha faltado el contrato matrimonial para sentirse seguros del amor que se tienen desde que eran jóvenes.

Aunque Jaime insiste en casarse, “ella todavía lo está pensando y no me da el sí, yo sigo esperando para ver si se decide”.

Para Norberta, el acta matrimonial no importa. “Nunca le di importancia porque tengo los mismos derechos que una esposa ante el Instituto Mexicano del Seguro Social”.

Familia reconstruida:

Los Olmedo

El fracaso matrimonial no fue impedimento para rehacer sus historias. Divorciados y con hijos, decidieron unirse para ser una nueva familia.

Un nuevo núcleo que se incorpora a otras que numéricamente no existen en las estadísticas oficiales, pero cuya presencia es cada vez mayor. El Consejo Nacional de Población (Conapo) estima que este tipo de familias aumentará en la medida que se incrementan los divorcios en México y porque la edad promedio de los rompimientos matrimoniales ronda los 35 años, lo que les permite a las personas volver a formar una segunda familia.

Mauricio Olmedo se divorció tras dos años de relación matrimonial. “Fue una separación dramática porque además de los problemas legales que eso implica, procreamos un hijo y hasta la fecha estoy peleando por tener su custodia”, cuenta.

Mientras concluían los trámites legales del divorcio, Mauricio conoció a Diana, de quien se enamoró y después de 9 meses de unión libre, decidieron casarse.

Ella también tenía dos años separada de su anterior pareja, con quien tuvo una hija y en este momento tiene seis meses de un embarazo que planeó con Mauricio.

Mauricio prefiere no revelar su identidad ni salir en fotografías debido a que atraviesa por el proceso legal de la custodia de su hijo.

Familia unipersonal:

Los Bonilla

En 2000, 6.4% de los hogares eran unipersonales. En 2005, esa cifra aumentó a 7.6%. Este incremento, según el Consejo Nacional de Población (Conapo), está relacionado con el envejecimiento poblacional, pues 44% de estos hogares están integrados por personas mayores de 60 años.

El Estado de México es la segunda entidad en el país con el mayor número de hogares unipersonales de todo el país (5.3%).

Manuel Bonilla tiene 62 años y desde hace 15 vive solo en el municipio de Cuautitlán Izcalli, no por elección, sino por un rompimiento matrimonial. Desde entonces, sus gastos se redujeron a la mitad. Su auto está estacionado casi todo el tiempo en la cochera de su casa. Su despensa es reducida para evitar que la comida se le eche a perder.

“Antes no cocinaba mucho, pero ahora lo hago para mí. A todo te vas acostumbrando”. Sus vacaciones son indefinidas y de vez en cuando trabaja para no agotar sus ahorros.

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Escrito en: mapa genómico

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