París.- Para muchas personas, entre las que me incluyo, no hay nada más relajante que la tranquilidad del Mar Caribe. De un transparente azul turquesa vivo, con un oleaje muy tranquilo y de poca profundidad, el Caribe mexicano es la mejor receta a una vida ajetreada y de estrés. Hay en cambio quienes prefieren la intensidad del Pacífico, con sus olas poderosas, de un azul marino más oscuro y con una profundidad mucho mayor, el Pacífico es, según dicen, para personalidades que gustan de la aventura.
A diferencia de sus predecesores, la embajadora Patricia Espinosa es como el Caribe mexicano, no levanta olas y no pierde la serenidad que la caracteriza. No es protagónica, ni descaradamente ambiciosa como sí lo era Jorge Castañeda, pero tampoco es una torpe con iniciativa, como Luis Ernesto Derbez.
Da gusto ver que finalmente parece que en Cancillería empiezan a tomarse más en serio la necesidad de comunicar la labor diplomática. Al respecto, el número más reciente de la Revista Mexicana de Política Exterior trae un excelente texto sobre diplomacia pública, escrito por Luz Elena Baños, quien aborda desde una perspectiva académica los ejercicios más recientes de diplomacia pública realizados por el Gobierno mexicano.
Precisamente, una parte fundamental de la diplomacia pública es el hecho de que la persona encargada de dirigir la diplomacia de un país realice constantes ejercicios de comunicación, por medio de entrevistas televisivas o para la prensa escrita y por ello se agradece el que se abran esos canales que permiten escuchar de viva voz a los responsables de la política exterior mexicana.
En una reciente entrevista para el programa Observatorio Internacional, conducido por la internacionalista Aurora Adame, la embajadora Espinosa realizó un recuento de cuáles han sido las prioridades de la política exterior que ella ha encabezado desde el inicio del Gobierno del presidente Calderón. En este sentido, la canciller afirmó que “la política exterior ha estado íntimamente vinculada con las prioridades del Gobierno del presidente que tienen que ver con la superación de la pobreza, la creación de empleos y el elevar el nivel de vida de los mexicanos”.
En otras palabras, la canciller, demostrando una vez más su sello institucional, ofreció una respuesta que, sin embargo, la puso un poco en peligro, ya que el desarrollo y la promoción económica y comercial fueron las prioridades de la política exterior de Derbez como segundo canciller de Vicente Fox y no un eje central de la diplomacia calderonista.
La embajadora Espinosa ha privilegiado la discreción y la disciplina del “trabajo hormiga” en la conducción de la política exterior. No se ha metido en problemas y ha avanzado en los temas que se le han pedido, como el regreso de México al Consejo de Seguridad de la ONU como miembro no permanente. De igual forma, bajo su titularidad, se dio el incremento más importante en el número de plazas del Servicio Exterior Mexicano (SEM). En promedio, en cada convocatoria de ingreso al SEM entra un máximo de 30 personas. Sin embargo, en el último concurso de ingreso al SEM se abrieron casi 80 plazas. Esto es un logro indiscutible de la canciller y de su equipo negociador.
Ahora que tras la derrota electoral del PAN se habla de reajustes en el Gabinete, me parece que sería un error mover a quien le ha dado al presidente el valor que más atesora: la lealtad y eso aunque es bien sabido que al presidente le gusta más el Pacífico que el Caribe...
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