Los candidatos a puestos de elección en todo el mundo son como vendedores de tiendas departamentales que intentan convencer al cliente (en este caso al elector) de que compre el producto que le ofrecen (que vote por ellos). En ocasiones, los vendedores la tienen fácil. Nos ofrecen un producto que se vende por sí solo o que tiene buena reputación, pero en otras el producto que nos venden no es de buena calidad y entonces depende de las habilidades del vendedor para hacer que el consumidor compre su producto. El cliente siempre tiene el poder de decidir si se conforma con lo que hay o si de plano no hace la compra.
Las llamadas candidaturas independientes serán una realidad en México. No lo fueron en 2004 cuando Jorge Castañeda lo intentó. Tampoco lo serán este año, como Elisa de Anda y otras personas lo han buscado, pero para quienes nacieron en los años ochenta, los y las hijas del terremoto, las candidaturas independientes están en la agenda. La experiencia de otros países ayuda a entender cuáles son los límites y alcances de estas candidaturas.
En EU (que tiene un sistema presidencial y federal como el de México, pero bipartidista y sin representación proporcional) las candidaturas independientes tienen por lo general un impacto regional. Candidatas y candidatos independientes, sin el apoyo del Partido Demócrata o el Republicano, han ganado alcaldías en Miami (Manny Diaz) gubernaturas en Maine (Angus King), un fuerte número de curules locales en varios estados, así como asientos en el Senado federal (Bernie Sanders). Sin embargo, dos candidaturas presidenciales independientes, la de Ross Perot en 1992 y la de Ralph Nader en el 2004, fueron fundamentales para la victoria de Bill Clinton y para la derrota de John Kerry, respectivamente.Las candidaturas independientes en EU han ayudado a que los dos partidos políticos que existen a nivel nacional se diferencien en temas clave. Hace apenas algunos años las diferencias ideológicas entre republicanos y demócratas eran casi tan difíciles de distinguir como el sabor de la Pepsi y la Coca. Hoy, la etiqueta "Partido Republicano" equivale a conservadurismo, derecha, guerra en Irak, anti aborto, anti derechos para parejas del mismo sexo, pro intervención de la iglesia en la política, etc. Por su lado, la etiqueta "Partido Demócrata" se traduce como centro izquierda (dentro de lo que cabe para EU), pro derecho de las mujeres a decidir sobre el tiempo a la maternidad, pro uniones civiles para parejas del mismo sexo, pro separación religión y política, pro investigación con células madre, etc. Sin embargo, las candidaturas independientes en EU también han demostrado sus límites. Sólo personajes millones como Perot o con una larga trayectoria de activismo político como Nader han logrado tener impacto nacional.
En México hoy las siglas PAN se traducen como derecha; PRD como "dizque izquierda;" al tiempo que PRI como oportunista (o de centro). El descontento generalizado que hay en México en estos momentos con los partidos políticos y con la ausencia de mecanismos de rendición de cuentas se está transformando en un movimiento social que empieza a articularse en un creciente grupo de personas organizadas (en su mayoría jóvenes) que busca romper con el candado legal que los partidos políticos le pusieron a las candidaturas independientes. De aquí a que las candidaturas independientes sean una realidad en México, quienes encabezan hoy la batalla por ellas tienen que pasar pronto a un segundo momento.
El descontento con el sistema político mexicano ya tomó forma y veremos el 5 de julio si ha trascendido el espacio de la disidencia cibernética y a los líderes de opinión de siempre. Si esto sucede, las personas nuevas que encabezan el movimiento deberán poco a poco irnos diciendo quiénes son y qué piensan más allá del consenso en torno a los temas que hoy los unen, ya que ésa es la única forma de evitar que el descontento se traduzca en sorpresas como Mussolini o Fujimori.
Profesor del ITAM
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