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Capricho azul

FEDERICO REYES HEROLES

Enojo, enojo reiterado porque Calderón tuvo durante meses múltiples avisos de las reacciones entre analistas financieros, empresarios y otros ante los rumores de los cambios en el Banco de México y Hacienda. El presidente tomó las decisiones a sabiendas de las críticas a la inexperiencia en el sector del nuevo titular de Hacienda y de la pésima imagen que genera enviar a un miembro de su Gabinete al banco central, a una institución de Estado. Calderón tomó las decisiones conociendo de las claras resistencias y de los muy variados argumentos en contra de ambas postulaciones y sin embargo los desdeñó. Calderón no se equivocó al hacer las designaciones, tenía toda la información de las reacciones gestadas durante meses. Por eso el asunto es todavía más grave. Se aferró, se encaprichó porque para él hay otras prioridades.

Tristeza, tristeza profunda. Es conocida la obsesión del presidente por pintar de azul todo lo que se pueda. También es conocida su debilidad que se muestra en la necesidad de estar rodeado de personas leales y azules antes que capaces, sólo así se explican designaciones como la Procuraduría del Ambiente, Cofrepis, Conade, Conagua y por supuesto varias secretarías, Economía, la más comentada, y ahora Sedesol. Otro aprendiz azul en un área muy compleja. El costo de este capricho es brutal. Dejemos atrás las consideraciones profesionales, supongamos que todos son muy capaces, pero inexpertos en el área. Imaginemos el tiempo de aprendizaje que todos los servidores públicos requieren para conocer y poder encauzar acciones en los enormes aparatos burocráticos como la SEP, Comunicaciones y Transportes, el IMSS, Pemex, CFE, el ISSSTE. En muchos casos ese costo es inevitable en tanto que los cambios de gestión suponen remoción de equipos, más aún cuando se da entre diferentes partidos. Pero ya no es el caso, esa remoción necesaria no explica la actitud caprichosa de Calderón. Estamos ante una Presidencia de caprichos y los mexicanos sabemos en qué puede parar.

No es la primera ocasión en que el presidente Calderón envía a una persona de su confianza a un órgano de Estado. Fue el caso del INEGI, esa designación generó una tormenta interna y un terrible descrédito internacional. Que un hombre salido del Gabinete maneje la estadística nacional, independientemente de sus capacidades, muestra una enorme insensibilidad política. Pero siendo el INEGI muy relevante ni remotamente tiene el peso del banco central. Carstens tendrá que bregar contra esa sospecha después de un cambio absolutamente innecesario. Que lo mismo haya ocurrido en el pasado no justifica que el atropello se cometa de nuevo, de hecho lo que demuestra es que Calderón se comporta como el mejor priista. No hay diferencia. No hay visión de Estado, hay mezquinos intereses partidarios.

Pero de nuevo, no es lo mismo la Conade que Hacienda. Los secretarios de finanzas en el mundo deben ser referentes de profesionalismo y experiencia. Los inversionistas de adentro y afuera revisan esas designaciones con lupa porque el futuro de sus proyectos y dineros depende en mucho de la sensibilidad y conocimiento y, por qué no decirlo, de los contactos personales de los encargados en los círculos internacionales, para nuestro caso en particular en Washington. Es algo que sólo se adquiere con tiempo, con experiencia en el sector y ésa no se compra en botica. A diferencia de muchos otros nombramientos, el Banco de México y Hacienda tienen que ver "con lo de comer", como diría Felipe González, y con lo de comer "no se juega". Con una caída del PIB de cerca del 8%, frente a una inevitable segunda ronda de reforma fiscal que aumente la recaudación no-petrolera, con un sector privado irritado y ansioso de interlocución profesional, en plena larga y penosa salida de la peor depresión en décadas ¿qué necesidad de mover esas dos fichas? De nuevo sólo el capricho lo explica.

Si todo sale bien, y es lo deseable, en unos seis u ocho meses el nuevo gobernador del Banco y el secretario de Hacienda se habrán verdaderamente sentado en sus sillas. Felipe Calderón estará por rendir su cuarto informe de gobierno. Le quedarán cuando más doce meses de poder antes de la sucesión. Intenta con estas dos nuevas colocaciones incrementar el crecimiento, lo ha dicho expresamente. Queda la duda si el crecimiento puede permear al banco central cuya función expresa es otra. Se puede modificar la ley correspondiente, pero por lo pronto ese no es el objetivo del Banco de México. ¿Logrará Calderón mayor crecimiento? Veremos. No es un asunto de mera voluntad presidencial.

Pero en el camino Calderón habrá perdido la autoridad moral en lo que se refiere a respetar a los órganos de estado. No podrá reclamar al PRI y a sus otros oponentes que actúen en sus postulaciones en la Corte, en el IFE, en el IFAI, en el servicio exterior y otras, pensando en el país y no en los intereses partidarios. En los hechos habrá mostrado que no pudo contener su capricho azul.

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