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Carece México de políticas de cómo reciclar la basura electrónica

Notimex

En México se desechan cada año entre 150 y 180 mil toneladas de basura electrónica, entre equipo de cómputo, televisiones, teléfonos fijos y celulares, aparatos de audio y video, sin regulación ni control, aseguraron especialistas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

Aunque han habido esfuerzos jurídicos y ambientales en la materia, aún no existe una normatividad en esa materia y estos aparatos se siguen arrojando en tiraderos comunes sin que reciban un tratamiento adecuado, pues contienen sustancias tóxicas.

El país no tiene políticas claras de cómo reciclar la basura electrónica, que no sólo contempla equipo de cómputo, sino celulares y baterías, es decir, los desechos tecnológicos.

"Estamos atrasados en esa materia", señaló el encargado de telecomunicaciones del Centro de Investigaciones en Ecosistemas (CIEco) de la UNAM, Heberto Ferreira Medina.

Al no implementar recolectores o crear proyectos para reciclar los componentes útiles de esos aparatos, se contribuye a que sean depositados y tratados como cualquier tipo de basura.

Asimismo, la nación carece de una cultura del reuso, que sólo se logrará a través de la implementación de políticas públicas generales, detalló el especialista del CIEco, campus Morelia.

Dijo que también se debe considerar otro tipo de desechos tecnológicos, como discos duros, chips, y memorias, que contienen metales y sustancias tóxicas.

En países europeos, añadió, se separan los componentes de una computadora para reciclarlos y evitar riesgos; otros envían sus residuos a basureros grandes como los de China e India, por falta de infraestructura recicladora; en México, en cambio, no se hace nada al respecto.

Lanzó un llamado para que organismos gubernamentales y privados den utilidad a sus equipos viejos, como prestarlos a escuelas primarias o instituciones de beneficencia.

El jefe del Departamento de Seguridad en Cómputo de la Dirección General de Servicios de Cómputo Académico (DGSCA), Juan Carlos Guel López, coincidió en que hace falta una normatividad sobre qué hacer con los desechos tecnológicos, y un depositario para esos aparatos.

Un equipo, en promedio, tiene una vida útil de tres a cinco años y, por ello, es importante impulsar una cultura hacía el usuario final, para que sepa qué hacer cuando termine ese lapso.

La tecnología se vuelve obsoleta con rapidez, pues aún no se encuentra una curva de equilibrio, que en algún momento se estabilizará, pero ahora la innovación sigue avanzando sin control, indicó.

También reiteró la necesidad de impulsar un "cementerio de equipos viejos", pues el problema medular es que no se educa a la sociedad sobre qué son los dispositivos electrónicos, ni qué hacer con ellos cuando ya no son útiles.

La académica del Instituto de Investigaciones Jurídicas (IIJ) de la UNAM, Marisol Anglés Hernández, recordó que los esfuerzos para regular esta situación iniciaron en el plano internacional con la implementación de grandes convenios, como el de Basilea en 1992, y de Estocolmo en 2001.

Dijo que México se ha preocupado por integrarse a los mismos y ser un miembro activo.

A nivel nacional, desde 1988 se gestiona, a través de la Ley General del Equilibrio Ecológico y la Protección al Ambiente y su reglamento, el manejo de los Bifenilos Policlorados, uno de los componentes de los residuos electrónicos.

En este sentido, detalló que la Ley General para la Prevención y Gestión Integral de los Residuos, permite enmarcarlos como de manejo especial, pues deben gestionarse mediante planes referentes para minimizar la generación y maximizar su valoración, bajo el esquema de responsabilidad compartida.

Este esquema involucra a la cadena de producción y distribución, a los consumidores y a los tres poderes de gobierno.

No obstante, prosiguió, el plazo señalado por esa norma para la implementación de estos planes feneció en el 2006, lo que evidencia el retraso en la materia.

De acuerdo con el "diagnóstico sobre la generación de basura electrónica en México", realizado por el Instituto Nacional de Ecología (INE) en el 2007, en el país había aproximadamente 11.2 millones de computadoras, 50.6 millones de celulares y 1.7 millones de asistentes personales.

Además, algunos de los componentes de los residuos electrónicos contienen plomo, mercurio, cadmio y otras sustancias, que al ser incinerados, producen toxinas.

De acuerdo al INE, son considerados residuos electrónicos todos aquellos que se generan cuando se desechan televisores, computadoras y teléfonos celulares; son clasificados de manejo especial, pues aunque no son catalogados como peligrosos en la normatividad mexicana, tienen sustancias que podrían ser riesgosas.

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