Rosa María Hernández, dirigente de la cooperativa Crisálida San Antonio Abad, dijo que son ya 24 años de promesas incumplidas, de hostigamiento, agresiones a los sindicatos independientes y cooperativas, todos originados desde 1985 cuando un sismo azotó México.
Hernández, quien fue fundadora del hoy desaparecido Sindicato Nacional de Costureras 19 de Septiembre, Similares y Conexos, reveló las pésimas condiciones en que aún laboran miles de costureras, y sostuvo que no se ha hecho justicia a este gremio.
Tras una misa y desayuno que realizaron unas 40 costureras en memoria de sus compañeras caídas durante aquel terremoto, la dirigente enumeró las causas que a su entender mantienen a este sector en peores condiciones, incluso de las de 1985.
"Desde la entrada en vigor del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) ingresó a México mucha ropa de importación, y en la actualidad la situación está peor porque las fronteras son zona libre para la entrada de textiles, legales e ilegales", expuso.
En entrevista planteó que basta con observar cómo se vende ropa en los tianguis y en el comercio informal a 10 pesos la prenda, con lo cual las cooperativas e incluso empresas grandes de textiles mexicanas no pueden competir.
"Estamos peor ahora, las condiciones dignas de trabajo que las autoridades nos prometieron no han llegado e incluso han mermado; tenemos una situación muy difícil que me atrevo a decir es peor a la que teníamos en 1985", subrayó.
Explicó que su cooperativa se encuentra en un establecimiento prestado por el Gobierno del Distrito Federal, que compró el predio de San Antonio Abad donde estaban los talleres que se derrumbaron.
Ese terreno tiene una dimensión de cuatro mil metros, de los cuales prestó a "Cooperativa Crisálida" 200 para operar, pero viven en la incertidumbre de que algún día les pidan el lugar, afirmó.
Además, dijo, la cooperativa funciona con recursos propios, no hay apoyos de ninguna especie, al contrario, las autoridades exigen requisitos de funcionamiento y pago de impuestos como lo hacen las empresas grandes.
Rosa María Hernández lamentó que las autoridades se hayan conformado con erigir una estatua en memoria de las costureras que perdieron la vida y que hayan edificado una escuela de diseño ahí.
"Tantos años de lucha quedaron ahí; el sindicato se fue a una central charra, nuestras condiciones laborales están peor, algunas de las luchadoras por el gremio creyeron las promesas y se fueron a trabajar con el gobierno", sotuvo la lideresa de las costureras, quien remató: "nada, no hay justicia".