Hugo Chávez sigue empeñado en acallar las voces disidentes y críticas en relación a su muy peculiar manera de gobernar Venezuela. Y para ello se vale de todo tipo de artimañas, legales y no tanto.
La última andanada contra la Oposición ha sido el retiro de las concesiones a 32 estaciones de radio y dos de televisión regional, con el pretexto de que habían hecho mal uso de los permisos, los dueños originales habían muerto y otras infracciones administrativas.
Por supuesto, resulta perfectamente factible que algunos concesionarios hayan abusado de sus privilegios. Y que, aprovechando la escasa vigencia del Estado de Derecho, tan común en Latinoamérica, se hayan estado brincando las trancas. Pero no deja de llamar la atención que el Gobierno se haya lanzado contra casi tres docenas de estaciones al mismo tiempo. Una especie de acción de barrido.
Algunas de esas empresas han continuado con sus emisiones por Internet. Pero sin duda, la acción gubernamental constituye un golpe más en contra de la pluralidad y la libertad de expresión en Venezuela.
Para fruncir lo arrugado, una pandilla de seguidores de Chávez atacó las instalaciones de la televisora Globovisión, la más importante opositora al Mico Mandante. Al parecer, esa emisora es el siguiente objetivo de Chávez, luego de haber sacado del aire a Radio Caracas Televisión hace un año. El pretexto es que la televisora no sigue los lineamientos oficiales… según los entienden, por supuesto, las instancias oficiales.
La clausura de emisoras ha recibido la condena de muy diversos organismos, tanto dentro como fuera de Venezuela. Lo cual, sabemos muy bien, le importa muy poco a Chávez, quien es experto en inventar conspiraciones y complós de todo tipo, color y sabor.
Algunos observadores interpretan las acciones más recientes como un afán de Chávez de amordazar a la Oposición, justo cuando la crisis económica va a pegarle más duro a Venezuela. Los precios del petróleo siguen bajos, el desempleo empieza a extenderse, y muchas de las promesas populistas hechas a lo largo de los años no van a poder ser cumplidas. Para Chávez, silenciar las voces disidentes justo cuando las cosas se le van a poner más feas, parece ser una prioridad.
Como parte de esas maniobras distractoras, Chávez ha subido el tono de su retórica en contra del Gobierno golpista de Honduras. Digamos que para esas cosas, se pinta solo.
El problema es que las libertades ciudadanas en Venezuela están cada vez más acotadas, y la ciudadanía descontenta tiene menos vías para expresar pacíficamente su inconformidad. Y ello es una receta para futuros problemas.
PD: Hoy jueves 8:30 PM. Presentación del libro de un servidor “Tres amores (o más)”. Librería Punto y Aparte, Morelos y Colón. Entrada libre.