La revisión. Agentes de Tránsito y Vialidad aplican desde la noche del jueves y hasta la madrugada del domingo un operativo para detectar a conductores en estado de ebriedad. Las personas que rebasan el nivel de alcohol permitido son detenidas y puestas a disposición del Ministerio Público.
Jóvenes reconocen irresponsabilidad tanto de clientes como de encargados de bares
A Corina a veces se le pasan las copas en el antro: “gracias a Dios no sé manejar”, dice. AMauricio,
su amigo, no le gusta beber mientras ambos se divierten porque ve cómo los meseros sirven botella
tras botella aunque los chavos ya no puedan ni caminar.
A Corina Carrillo y Mauricio Ramírez les gusta salir a divertirse los fines de semana, pero en los antros a los que van no existe el programa del Conductor Designado.
Aseguran que en esos lugares sólo les interesa vender y vender más alcohol, “y a los meseros ganar una buena propina”, platican mientras caminan a un bar ubicado frente a la Alameda.
La madrugada del domingo 18 de enero, Janina Favela conducía en estado de ebriedad sobre el bulevar
Independencia. Al llegar a la calle Eugenio A. Benavides arrolló a Luis Fernando Schmall, quien cruzaba la calle en ese momento y murió de manera instantánea.
El joven salió de un bar y también había bebido. “Fue una irresponsabilidad de los dos porque ambos estaban tomados. Eran más de las tres de la madrugada y a esa hora puede pasarte algo. Pero la neta es que a los chavos les vale cuando están en los antros, es poca la gente que conozco que dice ‘ya tomé mucho, me voy a esperar a que se me baje’; no les importa demasiado”, dice Melanie Bueno, de 18 años.
“Hay que bajarle al alcohol”, dice Ricardo Banda, de 18 años de edad, quien, al igual que Melanie, hace fila para entrar a un bar de moda en el bulevar Independencia, justo a unos metros donde Luis Fernando Schmall murió la semana pasada.
Ricardo maneja cada vez que sale con sus amigas a un antro, por eso dice que se limita cuando bebe, “me tomo unas siete, a veces diez cervezas, y si veo que ya no puedo caminar le digo a un amigo que me quite las llaves o que le hable a mi señora madre para que venga por mí. En los antros no me ha tocado ver el programa de Conductor Designado”.
A Fabiola Carrillo le gustaría que en los antros cuidaran más a los jóvenes cuando toman, “yo no bebo, pero veo que algunos sí se exceden mucho. Nunca he visto que los meseros dejen de servirles cuando los ven más tomados, igual y como una atención las personas del antro deberían de ocuparse un poco pero nunca me ha tocado ver”, comenta la joven de 18 años de edad.
En alguna ocasión Jazmín Ríos llegó a pasarse varios semáforos en rojo. Dice que no era por el alcohol sino por problemas personales, “me sentía desesperada.
Iba a mucha velocidad y un tránsito me detuvo y me tranquilizó. No sabía lo que hacía cuando me ponía así. Si tienes problemas lo mejor es quedarte en casa”. El exceso de alcohol y velocidad es una irresponsabilidad, dice Sergio Ríos, de 19 años. “Si alguien va a tomar debe llevar su conductor designado. También hay que dejar los carros cerca o dentro del estacionamiento para que no haya peligro al cruzar calles cuando se está alcoholizado”.
Cuando tomas no sólo arriesgas tu vida sino la de los demás, dice María Fernanda Ramos de 21 años, “no hay que perjudicar a otras personas. Mis amigas y yo tratamos de protegernos, nos vamos todas en un coche para no llegar solas a nuestras casas, y la que maneja no toma”.
María Fernanda considera que los excesos de los chavos son consecuencia de las campañas publicitarias de las cerveceras y los antros, pues “les conviene que los chavos consuman más y más”.
El temido alcoholímetro
Sobre el bulevar Independencia, el agente de tránsito Antonio Gómez les marca el alto a los automovilistas. Si presentan aliento alcohólico, les indica que deben acudir con el médico para que les practique la prueba del alcoholímetro.
A las 00:09 del domingo 25 de enero ya habían detectado a tres conductores en estado de ebriedad, uno de ellos registró .77 miligramos de alcohol por litro de aire expirado, por lo tanto fue trasladado a la cárcel de la Colón y su vehículo asegurado.
El doctor Horacio Ambriz, quien participa en el operativo de vialidad, explica que de 0 a .39 miligramos de alcohol por litro de aire expirado es aliento alcohólico, en este caso los agentes sólo conminan a los conductores a no seguir tomando; de .40 a .49 es primer grado de ebriedad, y significa que los tránsitos decomisarán el vehículo pero las personas pueden irse a su casa; de .50 en adelante es segundo grado de ebriedad, y significa que el automóvil se va al corralón, y el conductor a la cárcel municipal.
“En estos operativos hemos detectado a personas hasta con 1.89, es decir, totalmente incapacitados para manejar. Los agentes se enfrentan a muchos problemas porque no nada más los hombres sino señoritas y señoras se niegan a practicarse la prueba del alcoholímetro”, dice el doctor.
Las multas municipales por conducir en estado de ebriedad son de 40 a 60 salarios mínimos, además al Estado hay que pagarle mil 50 pesos para el Fondo de Procuración de Justicia, 150 pesos por el certificado médico, 400 pesos por la grúa, esto sin contar
cada día que pase el automóvil en el corralón.
El agente Antonio Gómez comenta que “con toda amabilidad les pedimos (a los conductores) que se hagan el examen médico si detectamos que traen aliento alcohólico. (...) La verdad es que sí tenemos problemas con muchos que se niegan a colaborar”.