EL CURIOSO CONFORMISMO
DE BENJAMIN BUTTON
Calificación: 3 estrellas y media de 5
Primero: En la escena final de Rushmore (una película sobre un jovencito que quiere madurar antes de tiempo), suena poderosa la letra de “Oh La Lá!”, la rola de los Faces. En su verso más memorable, el cantante fantasea, agridulce, con lo bueno que habría sido saber todo lo que sabe ahora, cuando era más joven.
Segundo: En un textito que se le atribuye al humorista argentino Quino, muy difundido en Internet, propone que la vida al revés sería mucho más disfrutable. Nacer en asilo de ancianos; una vez que mejore la condición física, trabajar durante treinta años; retirarse veinteañero y parrandear; pasar los últimos años en la modorra irresponsable de la infancia, volver al vientre materno y desintegrarse en un orgasmo.
Ambas ilusiones ven puras ventajas en el rejuvenecimiento (¿sería sólo juvenecer si nunca se ha sido joven?). Experiencia y plenitud física forman un paquete inmejorable, una prebenda injusta para los demás, los poseedores de cuerpos en progresiva decadencia. Aún así, esta extraordinaria circunstancia tendría sus desventajas. ¿Quiere conocerlas? Vea El Curioso Caso De Benjamin Button. ¿Quiere averiguar los beneficios? Búsquese otra película.
La nueva cinta de David Fincher es un prodigio técnico con ocasionales momentos de profundidad. La caracterización de Brad Pitt como niño anciano y la recreación esplendorosa de Nueva Orleáns son de una belleza mesmerizante. En cuanto a la historia, es una alegoría melancólica, en la que la soledad es la única condición segura y constante. Benjamin Button es un bebé que nace con la apariencia y los achaques de un octogenario, de aspecto tan chocante que resulta intolerable para su padre ricachón. El niño es abandonado a las puertas de un asilo, donde una negra generosa lo adopta y se encarga de criarlo. Ahí crece tranquilo, en un ambiente en que su apariencia pasa desapercibida.
Desapercibida de más. Una de las fallas, acaso la principal de la cinta, es la facilidad con la que los demás personajes aceptan la cronología inversa de Benjamin. La otra es el poco provecho que el personaje obtiene de su existencia paradójica. Quizá sea la necesidad de Button por mantener un perfil bajo, o el registro de palo de Brad Pitt, el caso es que Benjamin vive en un semi-vacío, sin afectar ni ser afectado por el ambiente.
Compárese con Forrest Gump, cinta escrita por el mismo guionista y con la que guarda semejanzas innegables. Gump, de modo involuntario, refleja y hasta modifica la historia de Estados Unidos. En cambio, Benjamin Button, en una lectura inversa del poema de Dylan Thomas, va calladamente hacia el amanecer, y se conforma ante el nacimiento de la luz.
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