EXPRESO DE SEIS MEDIASNOCHES
¿Por qué reducir a una sola media- noche el título de la cinta, cuando el atractivo principal del viaje en el ferrocarril Transiberiano (o su característica más repelente, dependiendo), es que dura seis largos días? La experiencia más cercana que he vivido es el viaje Chihuahua al Pacífico, con sus miserables 16 horas de recorrido. Puede pasarse más tiempo en un autobús, o en un avión, pero la estructura y los espacios propios de un tren, aunados a una herencia o intuición cultural, empujan a los pasajeros a la vagancia y a la socialización como ningún otro medio de transporte terrestre. En un tren se forma, de manera casi instantánea, un sentido de comunidad. No sé. Quizá que este México polarizado se haya quedado sin trenes de pasajeros es más trágico de lo que parece.
Posiblemente en transportes marítimos, en ferrys o en cruceros, pase igual. Pero por ésos no puedo hablar. No pienso subirme a ninguno mientras los tiburones sigan existiendo.
Aunque para mí el tren evoque imágenes románticas, para conocedores de Hitchcock o Agatha Christie las imágenes serán menos idílicas. Así ocurre en Expreso de Medianoche, un divertido thriller que juega hábilmente con el miedo a los extraños, los preconceptos raciales y, en el caso de los espectadores nacionales, el pánico tropical ante las temperaturas de decenas de grados bajo cero.
Woody Harrelson y Emily Mortimer interpretan a dos gringos pertenecientes a una misión cristiana que recién termina su trabajo con niños pobres de Beijing. Deciden no viajar a Moscú por aire, sino tomar la mítica ruta ferroviaria, cuyo sólo nombre basta, para poner la piel de gallina. Pronto sabremos que la pareja de misioneros no es tan fácil de clasificar como parece, y que los esposos tienen historiales tan distintos como sus planes familiares a futuro.
A la cabina de los misioneros llega otra pareja, él, un español seductor, ella, una chica grunge y desorientada de Seattle. A los estereotipos antes mencionados se unen los chinos inescrutables, los rusos borrachos, las rusas ariscas, y los policías ex KGB corruptos. La gracia de la película es la forma en que juega con nuestras expectativas, tomándose tiempo para confirmar prejuicios o voltearlos de cabeza. De entre todas las amenazas reales e imaginarias que auguran los varones de la historia, pocas resultarán tan letales como las que representan algunas féminas. No digo más.
Y hablando de ideas preconcebidas, no deje que la saturación mediática le aleje de la cinta sobre Michael Jackson. Según parece, es mucho más que un panegírico lacrimoso. Ya la comentaremos.
