Calificación: 3 estrellas y media de 5
WOODY LONDRES BARCELONA BYE BYE
Amo a La Laguna, pero este amor, como suele ocurrir con los sentimientos más profundos, es totalmente irracional. Es hasta injustificable, si se juzga sólo por lo que puede verse desde el mirador del Cristo de Las Noas. Por eso, al salir de viaje a un lugar más interesante, resulta inevitable preguntarse cómo habría sido la vida de haberse desarrollado en esta otra locación, nueva, prometedora, ideal. Es la fantasía (y la maldición) del turista que no se conforma con serlo; que se avergüenza de los compromisos que le esperan en casa, de traer en el bolsillo su boleto de regreso.
En la más reciente cinta de Woody Allen, Vicky y Cristina son este tipo de viajeras, aunque una lo reconozca y otra no. Son norteamericanas (neoyorquinas, supongo) de vacaciones en Barcelona, que visitan la hermosa ciudad con vagos pretextos académicos, en una versión de súper lujo del backpack, del viaje mochilero y hospedaje con parientes ricos.
Vicky (la guapa pero distante Rebeca Hall) está comprometida para casarse, por lo que se niega de entrada a uno de los principales motivos del viaje de solteros. Cristina (la siempre espectacular y siempre medio hueca Scarlett Johansson), por el otro lado, demuestra de inmediato que la aventura sexual es uno de los atractivos imperdibles en su folleto turístico español.
A ambas chicas las aborda con total descaro un pintor abstracto (Javier Bardem), y les ofrece viaje a Oviedo, vino y coito. Escandalizada una y tentada la otra, aceptan la invitación. En el norte español, y por accidentes del destino, la que acabará seducida y enamorada no es la que esperamos.
De vuelta en Barcelona y rodeadas por la exhuberancia y el romanticismo de las mejores postales de la ciudad, la aventurera Cristina se instala en casa del pintor mientras Vicky se lamenta del destino gris que la espera, con su futuro esposo ejecutivo en un suburbio gringo. La desalentada Vicky será, a partir de entonces, testigo envidioso de la truculenta trama de Cristina: el espectacular choque de estereotipos entre la turista americana boba y el artista latino apasionado (Bardem) y violento (Penélope Cruz)... la deslumbrante española aparece de pronto como la impredecible, neurótica y potencialmente suicida/asesina ex esposa del pintor.
El nuevo triángulo amoroso se desarrolla como una versión extendida del corto Life Lessons de Historias de Nueva York, en la que los artistas requieren por fuerza de público y conflicto amoroso para crear. Se siente también como una película francesa de los sesenta, narrada por el director más pudoroso que existe.
Al final, Vicky Cristina Barcelona es una reflexión graciosa y ligera sobre cómo se diluyen las pasiones pasajeras que parecen trascendentes, y cómo golpean los romances efímeros que marcan para siempre; de cómo hay viajes que ilustran, viajes que confunden y viajes que nos dejan como estábamos.
Esta última es una cuestión que pronto va a responder el propio Woody Allen. ¿Qué clase de viaje fue su autoexilio europeo de cinco años? Recién terminó de filmar su nueva cinta en Nueva York, que habrá de estrenarse a mediados de año. Luego de coquetear con las bellezas del viejo mundo y disfrutar de un éxito moderado ¿Cómo lo recibirá Manhattan, su antigua amante?
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