Para sobrevivir en la capital de la República donde cada mañana muchos millones de habitantes (las puras fuerzas vivas y despiertas) salimos a la calle a buscarnos la vida; la maña es la regla del juego. Nunca hay que abandonar la casa sin equiparse debidamente para cualquier contingencia con botiquín de primeros auxilios, teléfono celular, computadora, termo de café, y como están las cosas, no falta quien se faje una pistola por si acaso.
Yo por mi parte prefiero un buen libro, mi I-pod y algún bocadillo que me permita sobrevivir a cualquier atorón. El Querubín está considerando el costo de adaptar en su camioneta un inodoro bajo el asiento del conductor, y si él lo hace, yo decoraré el frente de la mía con unas pequeñas macetas de violetas africanas para quitarle monotonía al panorama de autos atorados y conductores agresivos que sufrimos quienes necesitamos tomar la calle para comprar, vender, estudiar, comerciar, litigar, pasear, mendigar o delinquir; que al fin cada quien sale a lo suyo.
Algunos nomás necesitan abrirse paso para llegar a sentarse cómodamente en su curul de la Cámara de Diputados y esperar; el dinero llega solo.
Pero no todos tenemos tanta suerte y ni modo, debemos mantenernos en constante movimiento para ganarnos de algún modo la vida; es por eso que el reto de todo jefe de Gobierno, deber ser nuestro derecho al movimiento. Cada Jefe llega con ideas innovadoras y geniales como la de "Ciudad En Movimiento" que es el lema con que Marcelo Ebrard quiso muy atinadamente distinguir su gestión, y digo atinadamente porque los ciudadanos estamos dispuestos a respetar y a apoyar a cualquiera que nos asegure el derecho de circular sin que nadie nos lo impida.
El movimiento es a la ciudad lo que la sangre al cuerpo, si se atora o se paraliza, es la muerte, el desempleo, la pobreza; y eso lo saben muy bien los jefes de gobierno que siempre se están endrogando para construir puentes, circuitos, segundos pisos sobre el periférico, ejes y espectaculares distribuidores viales que antes de terminarse ya son insuficientes; aunque es innegable que en algo ayudan a mejorar el flujo vehicular; hasta que aparecen los electricistas que nos impiden el paso para exigir que se les devuelva "su empresa".
O los maestros de Oaxaca o de cualquier otra parte, que llegan aquí y se desbordan, desquician las calles y cierran las carreteras para protestar por los sueldos de hambre -eso dice La Maistra-. O aparece Noroña y sus secuaces colapsando "pacíficamente" alguna de las arterias vitales, o simplemente un grupo de vecinos, quienes desesperados por la indiferencia de las autoridades, han encontrado la forma de expresar su inconformidad secuestrando la mañana escolar de los niños, o el salario del trabajador impedido de llegar a su taller o a su oficina.
¿Cómo se le explica a una parturienta que su médico no aparece porque los electricistas están inconformes? ¿Cómo se le dice a la novia que espera en la puerta de la Iglesia, que el novio está atrapado en una calle o carretera cerrada por un grupo de manifestantes?
Cualquiera que visite esta "Capital en movimiento" puede sentir la agresividad, la impaciencia, la exasperación que genera el hecho de no poder movernos. Nos suben los impuestos, el agua, la luz, pero alguien podría informarnos ¿cómo piensan que vamos a pagar si no nos dejan trabajar?