La defensa de la vida empieza al nacer; encontrar mayor calidad, tiene que ver con sobrevivir. Este es el fondo de la lucha por alcanzar poder; el segundo objetivo es igual de importante: perpetuar los genes.
Así, desde las cavernas, buscamos las mejores condiciones para cumplir con los dos fines: sobrevivir y crear descendencia. Defender el sentido gregario y, reunidos con otros, ser más fuertes; consecuentemente, poco a poco, fueron creándose intereses y construyéndose ciudades, transformando las formas de vivir, del nomadismo al sedentarismo, haciéndose necesario defender lo propio.
Con la propiedad y la fuerza del poder generada, vino la especialización de las ocupaciones: sacerdotes, comerciantes o agricultores, necesitaban cuidar lo propio y lo común, naciendo los ejércitos.
Ahora aparecían los ricos y los pobres; quienes tenían posesiones y los que no; los soldados, después policías, vigilaban la propiedad, debiendo proteger a quienes trabajaran para acrecentarla.
Para incrementar la fuerza de trabajo se valieron de los pobres, luego no fueron suficientes, apareciendo la solución entre los humanos: tomar esclavos sometidos a la deshumanización, sin derechos y con exageradas obligaciones, desposeídos de libertad por la fuerza.
La contraparte eran aquellos a quienes se les reconocían derechos, amparo de la ley, libertad, decidir su destino y aspirar a mejorar sus condiciones de vida: eran ciudadanos. Aun entre ellos, había monarcas y descendientes, cortesanos, miembros de la casta sacerdotal y comerciantes, entre otros; por definición: todos con iguales derechos y responsabilidades, aunque
De la monarquía se pasó a la república, entre algunas tiranías, hasta adoptar como forma de vida el concepto de democracia, donde el poder residía en el pueblo; la esclavitud quedaba abolida y finalmente prohibida.
Indudablemente que la democracia está basada en un principio utópico.
Los sociólogos aseguran que, si en un momento dado, a todos se nos dieran las mismas oportunidades, basados en otorgar derechos, conocimientos y herramientas incluido el dinero, inmediatamente unos se diferenciarían de otros que, haciendo mejores negociaciones, se apoderarían, justamente o no, de los bienes de los primeros.
Es el instinto de conservación de vida y descendencia; asegurar bienes para perpetuar poder y mayores posibilidades de persistir, base importante para la injusticia.
En pleno tercer milenio existen esos esclavos, ahora sofisticadamente encubiertos; también ciudadanos que pudieran clasificarse de "primera y segunda", según posibilidades reales de sobrevivir y procrear.
El ciudadano de primera es aquel que en el campo de la política puede aspirar a ser electo; quien ha estudiado o fue aceptado en un grupo de poder y con base a trabajo, mérito, intereses grupales y antecedentes, ganó esa posibilidad.
Otros, no tienen esas opciones.
Si necesitan ejercer sus derechos en defensa legal, encontrará a esos dos grandes grupos: los de "primera" contarán con los recursos económicos para pagarla, relaciones políticas para favorecerse y la posibilidad de cuidar lo suyo, hasta abusar del opositor. Si son de "segunda" tendrán que hacer un sobreesfuerzo y exponer su patrimonio para defenderse; así, ante tales desventajas, en la mayoría de los casos son vencidos.
En la salud: si para recuperarla puede pagar el real profesionalismo y equipamiento, tendrá mejores expectativas; si está bien relacionado política y socialmente ¡qué mejor! Al no encontrarse en tal situación, le quedan pocas opciones, entre otras: herbolaria y fe.
Para la educación aplique la misma regla: existen buenas, malas y pésimas escuelas; generalmente la adecuada elección tiene relación con la buena educación de los padres de familia, los recursos también cuentan y la aplicación en el estudio de los interesados. En este caso particular, habremos de considerar a los especialistas en el fraude académico, que sorprenden -con cierta facilidad- a negligentes que lo permiten.
Así, podemos encontrar círculos de élite o de masas.
También existen los países ricos y pobres en el planeta: los primeros disfrutan del círculo "virtuoso", donde las posibilidades de desarrollo humano son mayores.
Ellos cuentan con los mejores sistemas de educación, salud, seguridad y trabajo, que les acercan a las altas probabilidades de sobrevivencia y mayor calidad de vida.
El "vicioso" ya lo conoce: de las naciones más pobres, con mínimas opciones para recuperar salud, viven la medicina curativa contra la preventiva de los otros y tienen escuelas deficientes, que mal preparan a sus jóvenes, quedando en desventaja competitiva internacional.
La solución es difícil: transformar esos círculos viciosos en virtuosos, con trabajo y esfuerzo solidario, ¡hecho por todos!; aplicar el poder ciudadano generando democracia, esforzándonos en participar en las áreas que nos son vedadas, desatendiendo los intereses mezquinos y luchando por romper los cotos de poder establecidos.
La tarea es ardua, pero necesitamos iniciarla, renunciando a sólo atender nuestros intereses; ahora, entramos en el proceso de elecciones municipales y con responsabilidad de todos debemos empezar a buscar el trueque de politiqueros por políticos verdaderos. ¿Acepta?