A principios del mes, un joven perteneciente a la colonia mormona LeBaron en Galeana, Chihuahua, fue secuestrado. Se pidió un rescate millonario por él, cantidad que los padres pensaban pagar porque ya eran frecuentes los secuestros en la zona y tenían mucho temor por su hijo, pero la comunidad se negó a hacerlo porque era una cantidad de dinero exhorbitante, aduciendo no estar dispuestos a que un grupo de secuestradores que han perpetrado más de 50 plagios en la región (a pesar de ser pequeño y no muy organizado) obtuviera de esta manera mayores recursos para sofisticarse, ya que de hacerlo así sería imposible detenerlos más adelante, que eso era una guerra y que como guerreros iban a pelear para rescatarlo.
Cientos de familiares, amigos y habitantes de esta colonia, misma que es pilar de la economía agrícola de la región noroeste del Estado, dejaron sus labores cotidianas en los municipios de Ignacio Zaragoza, Nuevo Casas Grandes y Buenaventura.
La comunidad no se dejó intimidar ni quisieron ser rehenes de las bandas de secuestradores, por lo que solicitaron la intervención del Ejército y de la Policía Federal para detenerlos.
Su postura dio frutos y el día nueve de mayo, tras permanecer privado de su libertad por casi ocho días, sin haberles entregado ninguna cantidad de dinero Érick LeBaron fue liberado y localizado sano y salvo, deambulando en un cerro del municipio de Valle de Zaragoza.
Esta noticia es para reflexionarse, porque en otros casos en los cuales se siguen todas las reglas impuestas por los plagiarios y se otorga el dinero solicitado, éstos no cumplen y privan de la vida a los secuestrados. Sociológicamente hablando, un grupo unido crece y se convierte en un gigante, al cual es más difícil causar daño.