Dialéctica y futbol
Estimados amigos, en el ambiente de café se comenta con verdadera pasión la situación actual de nuestro futbol, discusiones bizantinas que alcanzan puntos álgidos, aunque he de reconocer que en algunas ocasiones quedan algunos puntos para el análisis y la reflexión.
Es cierto y obvio que no es un buen momento para nuestro representativo nacional, y el título de esta columna hace referencia al método socrático de la dialéctica, considerada como la ciencia del razonamiento, cuestionamiento e interpretación, que basa su desarrollo en la hermenéutica, ciencia y arte de la interpretación, y la mayéutica que considera que la verdad se encuentra oculta en la mente de cada ser humano.
La actitud de Javier Aguirre en el partido contra Panamá ha sido motivo del escrutinio de todos los sectores ligados al futbol, algunos, los menos, aprueban el hecho, otros la consideran como lamentable, mientras unos van más allá y hacen un recuento de hechos cuestionables en su trayectoria como jugador y entrenador, poniendo en duda si fue acertado el haberlo elegido como entrenador del seleccionado nacional.
Este hecho contribuyó a avivar el campo de batalla, más allá del estricto sentido futbolístico en que se ha transformado la abaratada Selección Nacional, se han encontrado blancos fáciles en las nominaciones de jugadores que están lejos de su mejor nivel, se ha caído en la comparación de representativos anteriores dejando en el aficionado un alto grado de incertidumbre que da por resultado enojo y frustración y un criterio confuso que poco contribuye para un análisis centrado.
Es por este motivo que en apego a la dialéctica y sus métodos deberíamos preguntarnos si la verdad imperante en ese momento en la mente de Aguirre era la visión de un grupo sin iniciativa, con temores y limitaciones que impedían la antigua supremacía sobre equipos del área, o mostrarnos que en su carácter de líder recurría al hecho de que ante la falta de capacidad técnica se debe mostrar garra y entrega.
Javier Aguirre se ha mostrado como una persona auténtica, vehemente, su trato es directo, sin rebuscamientos, y expresa con sobrada claridad sus ideas. Como director técnico es parte de la dinámica que arrastra a los participantes del juego, tal vez (como sucedió en el mencionado partido) más allá de sus límites.
Por esto, y para bien del futbol nacional, es de esperarse que venga un momento de reflexión profunda de la que surjan propuestas para que los directamente involucrados lleven a mejores puertos a nuestro representativo, que en este momento se encuentra en el naufragio.
Por otra parte, deseamos éxito al equipo de la Escuela Carlos Pereyra, que lleva la representación de los equipos del norte del país a la final del torneo nacional Tuzosoccer, a celebrarse en Pachuca, Hidalgo, el próximo fin de semana. ¡Hasta la próxima!
