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DR. JORGE GALVAN

 RÉQUIEM POR EL CORONA "Temprano levantó la muerte el vuelo, temprano madrugó la madrugada, temprano estás rodando por el suelo".

Estimados amigos, ustedes disculparán y sé que en su benevolencia comprenderán el contenido de esta colaboración, en la que despido en forma personal a nuestro querido Estadio Corona.

Te conocí antes de tu inauguración, cuando te estaban construyendo, allá por tu entrada de la cabecera sur, en uno de esos domingos laguneros de la década de los 70's . No tomabas forma clara aún, sin embargo, ya se esbozaba algo de lo que sería tu grandeza.

Fuiste inaugurado en una fecha especial para mí, el 2 de julio de 1970, coincidió con mi cumpleaños. Mis padres me festejaron con un pastel en forma de campo de futbol y el mejor regalo fue ver tu apertura. Era toda una odisea llegar hasta ti, los autobuses de ruta tuvieron que ampliar su recorrido, porque quedabas en el extremo de la ciudad.

Te veías majestuoso, como tu nombre inicial, en aquellos tiempos te nombraron Estadio Moctezuma.

En aquel juego inaugural, Pedro Herrada, de las Chivas, anotaría el primer gol de muchos que en tu vida harían disfrutar a la afición. Luego vinieron épocas de sufrimiento y soledad, al irse de nuestra Comarca el futbol profesional, en tus tribunas ya vacías resonaban los recuerdos del memorable triunfo del Torreón sobre el poderoso Cruz Azul, y la desolación de ver partir a la Ola Verde del Laguna.

Posteriormente, serviste de campo de sueños de todos los amantes de este maravilloso deporte que anhelaban el regreso de tardes futboleras de domingo. ¡Y qué manera de regresar!, recibiste al Santos Laguna, para habitarte 26 de tus 39 años, un nuevo equipo lleno de ilusiones que pronto te dio satisfacciones, regalándote un campeonato de Segunda División. Vendrían nuevas y mayores ilusiones con su llegada a la división mayor, y también llegaron los primeros años de angustia sobre su permanencia, en esos tiempos ya eras criticado, pues te empezabas a "poner viejo". Sufriste las impertinencias y ocurrencias de Bonifacio Núñez, quien exigía otras redes para tus porterías, o de un conato de incendio en lo ralo de tu pasto.

Pero vendrían tus mejores tiempos, a tus 23 años alojabas a un equipo sólido plagado de grandes jugadores. A partir de ahí me alojaste durante casi 15 años y me diste la oportunidad de conocerte más a fondo, rincón a rincón, y viviríamos momentos de alegrías y de tristezas. Tendrías tu primer liguilla y tu primer final de Primera División. La obtención del subcampeonato abrió la posibilidad de una remodelación, se hizo un proyecto con el que lucirías digno de tu nueva categoría, esto no pudo ser por situaciones económicas del país.

Y por fin, lo inimaginable llegó, Jared flotando y deteniéndose en el aire en el área de tu portería Norte se quedaría en tu memoria, y te regalaría la gloria de un primer campeonato, llorarías la ausencia en esa final de Jorge Rodríguez y te meterías en el alma y para siempre en los recuerdos del "Capitán Furia" viendo al capitán Paco Gabriel levantar la copa. Los nuestros, Muñoz y Rubio se transformarían en tus más fieros defensores.

Tu y yo juntos disfrutamos de las largas jornadas de tiros a la portería de Benjamín Galindo. Ya dabas frutos, en tu pasto querido alojabas al gran goleador Jared y a un futuro campeón del mundo en Mauro Camoranessi, te habías transformado en una aduana temible, eras la "Casa del Dolor Ajeno".

Nuevamente juntos disfrutamos de un segundo campeonato con Fernando Quirarte, y adoptaste y parecía que eras tú quien hablaba cuando la afición coreaba a "Pony" Ruiz, uno de tus consentidos. Después la incertidumbre, y a pesar de ella tuviste una modificación a tu alumbrado, y un primer aviso de que serías sustituido, alojaste grandes equipos durante la Copa Lbertadores y me acompañaste en el terrible momento de Matías convulsionando en la portería Sur.

Otra vez tiempos difíciles, me viste sufrir y me abrigaste en nuestro vestidor en los momentos de más angustia y disfrutamos como pocos la salvación. Vendría una nueva generación para darte de nuevo la alegría de un campeonato, el último de tu vida.

El día de hoy, querido y entrañable amigo, ni tú ni yo estamos más, llega a relevarte un nuevo estadio, como en su momento lo hiciste con el viejo San Isidro y Revolución. Tu hermano el "Mecano" te espera en los recuerdos de una ciudad y una institución que crece, y yo me despido de ti con los versos del poeta Miguel Hernández diciendo:

"A las aladas almas de las rosas.... del almendro de nata te requiero que tenemos que hablar de muchas cosas, compañero del alma, compañero".

Dr_jorgemgalvanz@hotmail.com

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