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Contra la crisis

JAQUE MATE

Sergio Sarmiento

“Lo que sabemos de la crisis financiera mundial es que no sabemos mucho.”

Paul Samuelson, Premio Nobel de economía

La crisis económica ha empezado ya en México. Si bien hasta noviembre todavía se registraba una ganancia neta en el número de empleos registrados en el Seguro Social, sólo en diciembre se perdieron 327,136 puestos de trabajo. La fuerte caída de diciembre hizo que 2008 concluyera con una pérdida neta de 29,589 empleos. Y esto es antes del comienzo de la cuesta de enero.

En estas circunstancias no sorprende que el presidente Felipe Calderón, quien un día antes hacía declaraciones de que la economía de México muestra en esta ocasión mayor solidez y estabilidad que la de Estados Unidos, haya dado a conocer ayer 25 medidas para enfrentar la crisis económica. Algunas eran ya conocidas, pero otras son nuevas. El tema de fondo es que el Gobierno de México está impulsando acciones que buscan suavizar la recesión.

Quizá las medidas nuevas más vistosas, aunque no necesariamente las más importantes desde un punto de vista económico, son las que tienen que ver con los precios de los energéticos. El presidente Felipe Calderón anunció en la firma del Acuerdo Nacional en Favor de la Economía Familiar y el Empleo en Palacio Nacional la congelación del precio de las gasolinas en lo que resta de este 2009, la reducción en un 10 por ciento del precio del gas LP y la disminución de varias tarifas de electricidad. Estas medidas, señaló el presidente, dejarán más dinero en los bolsillos de los mexicanos.

La congelación del precio de las gasolinas, sin embargo, se registra en un momento en que estos combustibles tienen un precio 52 por ciento mayor al de Estados Unidos, nuestro principal socio comercial. En México los 7.23 pesos que pagamos por litro de gasolina Magna equivalen a 2.66 dólares por galón estadounidense (a 13.50 por dólar), mientras que la gasolina “regular” de Estados Unidos se vendía ayer a un promedio de 1.748 dólares (www.gasbuddy.com).

Es positivo que el Gobierno no se esté cruzando de brazos ante la crisis, pero continuar con la manipulación de los precios de los energéticos no es el camino correcto. Hoy la gasolina en México es más cara que en Estados Unidos, lo cual reduce la competitividad de la economía mexicana: pero si en el futuro vuelven a subir los precios en el mundo, los contribuyentes terminaremos una vez más pagando una enorme cantidad de dinero como subsidio al grupo de mexicanos que más recursos tienen.

De las 25 medidas que ayer anunció el presidente, quizá la más importante es una que no es nueva: se trata del aumento en inversión en infraestructura. El Programa Nacional de Infraestructura ha estado en los planes del Gobierno mexicano desde hace tiempo. No es ninguna novedad, por otra parte, que se pretenda acelerar su aplicación. Lo importante ahora es que el propósito se convierta en realidad.

Al contrario de otros planes de gasto del Gobierno, como el Programa de Empleo Temporal que pagará sueldos muy reducidos para que personas sin empleo lleven a cabo trabajos que no son realmente necesarios, la construcción de infraestructura es una de las necesidades más significativas de nuestro país. Un buen programa de inversión en carreteras, puertos, ferrocarriles y aeropuertos, entre otras obras, generará no sólo actividad económica y empleos sino que eliminará algunos de los cuellos de botella que dificultan el crecimiento saludable de nuestro país. El problema en los últimos meses no ha sido de falta de recursos, sino la carencia de proyectos terminados y de capacidad para su ejecución. Esperemos que estos obstáculos se venzan realmente en los próximos meses, porque sin esta inversión en infraestructura la economía no podrá salir adelante con suficiente rapidez.

La pérdida de más de 327 mil empleos formales en diciembre parece señalar que la recesión ya ha empezado en nuestro país. El Gobierno Federal no debe, no puede, simplemente permanecer impávido ante esta situación. Muchas de las medidas que se están anunciando son bastante convencionales en cualquier inicio de recesión. El plan de combate del presidente Calderón no es muy distinto al de otros países del mundo. Pero hay una excepción: la medida más popular —o populista— de todas. Bajar el precio del gas LP y de la electricidad, y no seguir subiendo el de la gasolina, son medidas razonables en un momento en que la economía está entrando en recesión. Lo que es una bomba de tiempo es seguir con la idea de que los burócratas están más capacitados que el mercado para fijar los precios de los combustibles.

MÁS DEUDA

El reconocimiento del presidente electo de los Estados Unidos, Barack Obama, de que su país sufrirá un déficit de presupuesto de cuando menos un billón (un millón de millón) de dólares al año es cuando menos escalofriante. Una parte importante de la actual crisis económica surge del hecho que el presidente George W. Bush, quien heredó un superávit fiscal, provocó un déficit de presupuesto de más de 400 mil millones de dólares anuales. Hoy la perspectiva es que el faltante se expanda de manera astronómica en los próximos años. Aun si esto resuelve algunos problemas de corto plazo, crea también riesgos enormes en el largo plazo. No olvidemos que más déficit significa más deuda en una crisis generada por un exceso de deuda.

www.sergiosarmiento.com

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