"No hay nada que cueste tanto como ser pobre."
Paul Brulat
RÍO DE JANEIRO, BRASIL.- Los latinoamericanos no nos damos cuenta de que vivimos momentos de éxito sino hasta que terminan. Esto nos ha ocurrido ahora una vez más.
Entre 2003 y 2008 la economía regional registró seis sólidos años de crecimiento, en buena medida por los altos precios del petróleo y de otras materias primas. Pero estos tiempos han terminado abruptamente.
En 2009 la economía de América Latina y el Caribe se contraerá 0.3 por ciento tras una expansión de 4.6 por ciento en 2008. México tendrá una caída de 2 por ciento y Brasil de 1 por ciento. Venezuela, después de crecer 4.8 por ciento en 2008, tendrá un desplome de 5 por ciento. El desempleo en la región aumentará de 7.5 a 9 por ciento (Cepal, 01/04/09).
En muchos países ha habido avances importantes en estos años en el combate contra la pobreza y la indigencia, en parte por la aplicación de programas como el mexicano Oportunidades (antes Solidaridad y Progresa) o el brasileño Hambre Cero, que han concentrado apoyos sociales en los más pobres en lugar de dispendiarlos en subsidios generalizados.
Según el Anuario estadístico de la Cepal, la pobreza cayó en México de 45.1 por ciento de la población en 1994 a 41.1 en 2000 y a 31.7 por ciento en 2006. Para Brasil las cifras son de 35.8 por ciento en 1996, 37.5 en 1999 y 30.0 en 2007. Para toda América Latina y el Caribe el descenso ha sido de 45.7 por ciento en 1994, 42.5 en 2000 y 34.1 en 2007.
En indigencia, o pobreza extrema, la que sufren las familias que ni siquiera pueden adquirir una canasta básica de alimentos, el descenso ha sido también importante. En México la cifra pasó de 9 por ciento en 1994 a 6.6 en 2000 y a 4.4 en 2006, mientras que en Brasil bajó de 9.6 en 1994 a 9.3 en 1999 y a 6.6 en 2007. Para toda Latinoamérica y el Caribe el nivel, que era de 13.6 por ciento en 1994, pasó a 11.7 en 2000 y a 8.1 en 2007.
La gran pregunta es si esta mejoría puede mantenerse en tiempos de contracción o estancamiento. Tradicionalmente los avances contra la pobreza en Latinoamérica se han logrado en situaciones de expansión. Los períodos de crisis han coincidido casi siempre con aumentos en la pobreza y la indigencia.
Esto, sin embargo, no es absolutamente necesario. Si bien sólo el crecimiento económico genera empleos, la magia de los programas focalizados de asistencia es que permiten concentrar esfuerzos para apoyar a los que menos tienen.
La pobreza, y especialmente la indigencia, suele ser un círculo vicioso. Cuando un niño crece con ella, difícilmente puede imaginar una vida distinta. Se convierte en algo tan natural, y tan aceptable, como el aire que respira.
Los programas focalizados de asistencia acompañados de educación son razonablemente eficaces para romper este círculo vicioso. La asistencia es indispensable, porque una familia en la indigencia no permitirá que sus hijos estudien sino que los empleará como mano de obra barata. Pero la asistencia sin la educación que permita al niño tener mejores horizontes termina siendo un desperdicio.
Los gobiernos de América Latina, entre ellos el de México, están gastando enormes recursos fiscales para contrarrestar la contracción económica. Lo importante es usar bien esos recursos. Impulsar la actividad económica para generar empleos es importante; pero también la asistencia focalizada a familias pobres, acompañada de educación.
El peor error sería simplemente crear nuevas burocracias. Desafortunadamente esto es lo que tradicionalmente han hecho nuestros países con el "gasto social".
El presidente Barack Obama de Estados Unidos ha anunciado medidas para permitir los viajes y las remesas a Cuba y para facilitar la inversión en telecomunicaciones. Son acciones adecuadas que hay que profundizar. La mejor forma de promover la democracia en Cuba es el comercio y la inversión.
